NIGHT RANGER - HIGH ROAD
78/100
DISCOGRÁFICA: FRONTIERS
ESTILO: ROCK MELÓDICO
PRODUCTOR: NIGHT RANGER
MÚSICOS
JACK BLADES: BAJO, CANTANTE
KELLY KEAGY: BATERÍA, CANTANTE
BRAD GILLIS: GUITARRA SOLISTA Y RÍTMICA
JOEL HOEKSTRA: GUITARRA SOLISTA Y RÍTMICA
ERIC LEVY: TECLADOS
TRACKLIST
HIGH ROAD
KNOCK KNOCK NEVER STOP
ROLLIN' ON
DON'T LIVE HERE ANYMORE
I'M COMING HOME
X GENERATION
ONLY FOR YOU ONLY
HANG ON
ST. BARTHOLOMEWS
BROTHERS
L.A. NO NAME
Bienvenidos al concepto más honesto de la comercialidad, ése que ofrece toneladas de melodías pegadizas compuestas de imprescindibles e infinitas partículas de calidad musical, instrumentalización magistral y vitalismo contagioso y entusiasmante. En cuatro trazos, eso es Night Ranger.
High Road es su nuevo trabajo y en él no ofrecen ni más ni menos que lo mejor de sí mismos en un trabajo que busca gustar, hacer su música de la mejor forma posible, siendo fieles a su estilo y a sus seguidores. Cuando alguien hace algo bien, tiene receptores a los que les gusta lo que hace, y sabe que puede seguir haciéndolo y le encanta, ¿cómo no hacerlo? A esto habría que añadir que además no hay nadie que lo haga como ellos, porque Night Ranger son únicos e irrepetibles, perfecta y satisfactoriamente reconocibles.
La fórmula mágica de la banda comandada por Jack Blades, Kelly Keagy y Brad Gillis podría estar en una perfecta fusión de su extraordinario oficio y la capacidad para crear en el oyente una sorprendente sensación de espontaneidad. Uno vive en una continua sorpresa una canción de Night Ranger, no sabe qué va a pasar, cómo va a desarrollarse un solo de guitarra (ahí está el cambio de ritmo de “Rollin’ on” y los solos de guitarra con el sintetizador de Eric Levy), qué pasará tras él o cómo va a acabar la canción. Ese vitalismo y entusiasmo con el que ejecutan sus canciones se transmite con naturalidad y el que escucha un disco como High road no puede hacerlo sino con una sonrisa en la cara.
Y tengo la sospecha de que ellos lo saben. Varias canciones en el disco comienzan con un sencillo ritmo de batería, o un bajo y, a partir de ahí… quién sabe. Uno puede empezar a escuchar “St. Bartholomews” y sería incapaz de imaginar que la canción se desarrollaría de la manera en la que lo hace. Es como si mostraran a oyente cómo han empezado a hacer la canción y lo que son capaces de hacer con ella. En este tema logran un estribillo con unos coros chispeantes. Y lo más curioso: que la canción me suena a Guns ‘N’ Roses (y a Aerosmith, algo muy evidente en varios momentos del disco, como en el puente de “Knock knock never stop”), sin parecerse nada a ellos, al contrario, siendo muy Night Ranger.
Pero Gillis no está solo en las guitarras, pues ha encontrado en Joel Hoekstra a un cómplice perfecto para sacar todo el provecho a estos juegos (citar una sola canción sería hacerles un flaco favor, tanto en las rítmicas como en las solistas).
Las canciones son todas una gozada: me gusta especialmente “Knock knock never stop”. Además las baladas, baza fuerte de la banda, suenan de miedo, a baladas de verdad, de las que los músicos se toman en serio. “Don’t live here anymore” es un lujo que uno no se debe perder: el hammond logra dramatismo, el cambio de ritmo materializa lo que dice la letra, las guitarras intensifican las emociones, y todo ello, unido a los coros del minuto que dura el solo de guitarra final, contagia al más inmune. Sin embargo, en mi opinión, le ganan la baza los irresistibles coros de “Only for you only”, con una letra más sencilla, pero con unas melodías tan acertadas que lo dejan a uno desarmado. Da igual, las dos son fantásticas.
Menos convincente resulta “Brothers”, demasiado The Beatles para mi gusto, y mucho menos el final a lo “Hey Jude” (aunque afortunadamente éste no dura tanto como aquel).
Como bonus track está “L.A. No name”, una instrumental a dos guitarras que ya aparecía como tal en la edición japonesa de su anterior álbum. Para el que no la tuviera.
High Road es su nuevo trabajo y en él no ofrecen ni más ni menos que lo mejor de sí mismos en un trabajo que busca gustar, hacer su música de la mejor forma posible, siendo fieles a su estilo y a sus seguidores. Cuando alguien hace algo bien, tiene receptores a los que les gusta lo que hace, y sabe que puede seguir haciéndolo y le encanta, ¿cómo no hacerlo? A esto habría que añadir que además no hay nadie que lo haga como ellos, porque Night Ranger son únicos e irrepetibles, perfecta y satisfactoriamente reconocibles.
La fórmula mágica de la banda comandada por Jack Blades, Kelly Keagy y Brad Gillis podría estar en una perfecta fusión de su extraordinario oficio y la capacidad para crear en el oyente una sorprendente sensación de espontaneidad. Uno vive en una continua sorpresa una canción de Night Ranger, no sabe qué va a pasar, cómo va a desarrollarse un solo de guitarra (ahí está el cambio de ritmo de “Rollin’ on” y los solos de guitarra con el sintetizador de Eric Levy), qué pasará tras él o cómo va a acabar la canción. Ese vitalismo y entusiasmo con el que ejecutan sus canciones se transmite con naturalidad y el que escucha un disco como High road no puede hacerlo sino con una sonrisa en la cara.
Y tengo la sospecha de que ellos lo saben. Varias canciones en el disco comienzan con un sencillo ritmo de batería, o un bajo y, a partir de ahí… quién sabe. Uno puede empezar a escuchar “St. Bartholomews” y sería incapaz de imaginar que la canción se desarrollaría de la manera en la que lo hace. Es como si mostraran a oyente cómo han empezado a hacer la canción y lo que son capaces de hacer con ella. En este tema logran un estribillo con unos coros chispeantes. Y lo más curioso: que la canción me suena a Guns ‘N’ Roses (y a Aerosmith, algo muy evidente en varios momentos del disco, como en el puente de “Knock knock never stop”), sin parecerse nada a ellos, al contrario, siendo muy Night Ranger.
Pero Gillis no está solo en las guitarras, pues ha encontrado en Joel Hoekstra a un cómplice perfecto para sacar todo el provecho a estos juegos (citar una sola canción sería hacerles un flaco favor, tanto en las rítmicas como en las solistas).
Las canciones son todas una gozada: me gusta especialmente “Knock knock never stop”. Además las baladas, baza fuerte de la banda, suenan de miedo, a baladas de verdad, de las que los músicos se toman en serio. “Don’t live here anymore” es un lujo que uno no se debe perder: el hammond logra dramatismo, el cambio de ritmo materializa lo que dice la letra, las guitarras intensifican las emociones, y todo ello, unido a los coros del minuto que dura el solo de guitarra final, contagia al más inmune. Sin embargo, en mi opinión, le ganan la baza los irresistibles coros de “Only for you only”, con una letra más sencilla, pero con unas melodías tan acertadas que lo dejan a uno desarmado. Da igual, las dos son fantásticas.
Menos convincente resulta “Brothers”, demasiado The Beatles para mi gusto, y mucho menos el final a lo “Hey Jude” (aunque afortunadamente éste no dura tanto como aquel).
Como bonus track está “L.A. No name”, una instrumental a dos guitarras que ya aparecía como tal en la edición japonesa de su anterior álbum. Para el que no la tuviera.
AUTOR: Joserra
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