L.R.S. - DOWN TO THE CORE
79/100
DISCOGRÁFICA: FRONTIERS RECORDS
GÉNERO: ROCK MELÓDICO/AOR
PRODUCTOR: ALESANDRO DEL VECCHIO
MÚSICOS
TOMMY LA VERDI: CANTANTE
JOSH RAMOS: GUITARRA
MICHAEL SHOTTON: BATERÍA Y COROS
COLABORAN:
ALESANDRO DEL VECCHIO: TECLADOS, HAMMOND, COROS
NICOLA MAZZUCCONI: BAJO
ANNA PORTALUPI: BAJO
JAMIE BROWNE: BAJO
TRACKLIST
OUR LOVE TO STAY
LIVIN 4 A DREAM
I CAN TAKE YOU THERE
NEVER SURRENDER
ALMOST OVER YOU
SHADOW OF A MAN
UNIVERSAL CRY
TO BE YOUR MAN
DOWN TO THE CORE
I WILL FIND MY WAY
WAITING FOR LOVE
NOT ONE WAY TO GIVE
Es un auténtico placer poder encontrarse con un disco que le haga disfrutar a uno tanto como Down to the core. Un disco que, dentro del género del rock melódico, tan mal entendido por aquellos que lo asocian a un montón de clichés repetidos sin alma, le hacen a uno gozar y emocionarse. Aunque la fiesta no es completa, pues el disco tiene algunos altibajos.
Entre las varias bazas que guarda el álbum está la deslumbrante labor de Tommy La Verdi (L.), conocido por ser el cantante del primer trabajo de 21 Guns. Al escucharlo aquí es fácil sentirse tentado de asociarlo a la voz de Steve Perry, sin embargo en quien me hace pensar realmente es en el gran Steve Augery, especialmente en las baladas del disco, que son muchas como en el magistral Arrival de Journey.
Merece una producción mejor un disco así: composiciones cuidadas que respetan al receptor, ejecuciones y cambios en los solos de guitarra que le dan mucho aire a las canciones, y unos coros tan bien hechos, tan apropiados, con tantas ganas y tan buen gusto, que hacen pasar por alto los momentos más complacientes del disco.
Lo que hay en Down to the core es un digno ejemplo de rock melódico, o de AOR, con generosas dosis de sinceridad y emoción que no alcanzan su plenitud hasta que llega la tercera canción, el brillante medio tiempo “I can take you there”, cantado de forma maravillosa por La Verdi, con unos coros deliciosos (como en el resto del álbum). Antes hay una buena muestra de rock melódico estándar a lo Journey con la canción que abre el disco, “Our love to stay”, cuyo preestribillo es tan bueno que deja el estribillo un poco flojo; y el primer single, “Livin 4 a dream”, que en mi opinión, si bien vale como muestra del estilo de la banda, no es ni de lejos lo mejor del disco.
El bache lo pasamos con “Never surrender”, una suerte de “Be good to yourself” que ofrece poco y que quizás sea de lo más flojito del disco; y con la primera de las baladas, “Almost over you”, agradable, pero con poca chispa.
Volvemos a pensar en Raised on Radio al llegar a “Shadow of a man”, acompañada de unos teclados de Alessandro del Vecchio acertadísimos. A partir de aquí todo es magnífico.
La preciosa “Universal cry”, impactante, intensa, dolorosa y perfectamente cantada por La Verdi. La llegada al estribillo le sube a uno las tripas hasta la garganta y los coros tienen la maestría, la gracia, la inteligencia y el brillo que no se oyen con mucha frecuencia. Le sigue otra pieza tallada con destreza, “To be your man” (compuesta por Del Vecchio): ¿he dicho ya lo bien que canta La Verdi? Cómo alarga las notas en la segunda estrofa, cómo arrastra los sonidos hasta que entiendes lo que está cantando, aunque no tuvieses ni idea de la letra de la canción.
Otra balada (más, sí, ¿y qué?; podría ser todo el disco así), muy Journey del Arrival, y otra gran canción: “I will find my way” es mágica. El solo de Josh Ramos (R.) remarca las líneas de una canción que no deja que se le escape un segundo de intensidad.
La balada que cierra el disco es magistral. Creo que “Not one way to give” (otra de Del Vecchio) es una de las más difíciles de cantar del conjunto. Las partes instrumentales y las melodías de guitarra que se repiten como un estribillo dotan de un dramatismo a la canción que le va perfectamente a su contenido: las lágrimas que caen en vano, pensar que no se van conseguir los sueños de alegría y felicidad, y aun así, guardar fuerzas para dar el salto y alcanzar el cielo… Con canciones así, seguro.
Las partes más animadas están en la que da título al álbum, con buenas guitarras, y en “Waiting for love”, otra del estilo Arrival, con un fantástico estribillo.
Nos falta nombrar a la tercera letra del nombre de la banda, Michael Shotton (S.), que aporta mucho dinamismo y riqueza a las canciones, además de los coros.
Los aficionados al rock melódico (o al rock, o la música) nos merecemos un disco como éste, a pesar de que tenga la sensación de que les podría haber salido aún mejor. Se les ve con ilusión y no sólo como un proyecto eventual. Con esta unión ha saltado la chispa, por lo que no debemos esperar menos que se consoliden como grupo y nos ofrezcan más piezas del calibre de algunas de las que aparecen en Down to the core.
Entre las varias bazas que guarda el álbum está la deslumbrante labor de Tommy La Verdi (L.), conocido por ser el cantante del primer trabajo de 21 Guns. Al escucharlo aquí es fácil sentirse tentado de asociarlo a la voz de Steve Perry, sin embargo en quien me hace pensar realmente es en el gran Steve Augery, especialmente en las baladas del disco, que son muchas como en el magistral Arrival de Journey.
Merece una producción mejor un disco así: composiciones cuidadas que respetan al receptor, ejecuciones y cambios en los solos de guitarra que le dan mucho aire a las canciones, y unos coros tan bien hechos, tan apropiados, con tantas ganas y tan buen gusto, que hacen pasar por alto los momentos más complacientes del disco.
Lo que hay en Down to the core es un digno ejemplo de rock melódico, o de AOR, con generosas dosis de sinceridad y emoción que no alcanzan su plenitud hasta que llega la tercera canción, el brillante medio tiempo “I can take you there”, cantado de forma maravillosa por La Verdi, con unos coros deliciosos (como en el resto del álbum). Antes hay una buena muestra de rock melódico estándar a lo Journey con la canción que abre el disco, “Our love to stay”, cuyo preestribillo es tan bueno que deja el estribillo un poco flojo; y el primer single, “Livin 4 a dream”, que en mi opinión, si bien vale como muestra del estilo de la banda, no es ni de lejos lo mejor del disco.
El bache lo pasamos con “Never surrender”, una suerte de “Be good to yourself” que ofrece poco y que quizás sea de lo más flojito del disco; y con la primera de las baladas, “Almost over you”, agradable, pero con poca chispa.
Volvemos a pensar en Raised on Radio al llegar a “Shadow of a man”, acompañada de unos teclados de Alessandro del Vecchio acertadísimos. A partir de aquí todo es magnífico.
La preciosa “Universal cry”, impactante, intensa, dolorosa y perfectamente cantada por La Verdi. La llegada al estribillo le sube a uno las tripas hasta la garganta y los coros tienen la maestría, la gracia, la inteligencia y el brillo que no se oyen con mucha frecuencia. Le sigue otra pieza tallada con destreza, “To be your man” (compuesta por Del Vecchio): ¿he dicho ya lo bien que canta La Verdi? Cómo alarga las notas en la segunda estrofa, cómo arrastra los sonidos hasta que entiendes lo que está cantando, aunque no tuvieses ni idea de la letra de la canción.
Otra balada (más, sí, ¿y qué?; podría ser todo el disco así), muy Journey del Arrival, y otra gran canción: “I will find my way” es mágica. El solo de Josh Ramos (R.) remarca las líneas de una canción que no deja que se le escape un segundo de intensidad.
La balada que cierra el disco es magistral. Creo que “Not one way to give” (otra de Del Vecchio) es una de las más difíciles de cantar del conjunto. Las partes instrumentales y las melodías de guitarra que se repiten como un estribillo dotan de un dramatismo a la canción que le va perfectamente a su contenido: las lágrimas que caen en vano, pensar que no se van conseguir los sueños de alegría y felicidad, y aun así, guardar fuerzas para dar el salto y alcanzar el cielo… Con canciones así, seguro.
Las partes más animadas están en la que da título al álbum, con buenas guitarras, y en “Waiting for love”, otra del estilo Arrival, con un fantástico estribillo.
Nos falta nombrar a la tercera letra del nombre de la banda, Michael Shotton (S.), que aporta mucho dinamismo y riqueza a las canciones, además de los coros.
Los aficionados al rock melódico (o al rock, o la música) nos merecemos un disco como éste, a pesar de que tenga la sensación de que les podría haber salido aún mejor. Se les ve con ilusión y no sólo como un proyecto eventual. Con esta unión ha saltado la chispa, por lo que no debemos esperar menos que se consoliden como grupo y nos ofrezcan más piezas del calibre de algunas de las que aparecen en Down to the core.
AUTOR: Joserra
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