FM - ROCKVILLE
83/100
FM - ROCKVILLE II
74/100
DISCOGRÁFICA: RIFF CITY RECORDS/MEMBRAN
ESTILO: ROCK MELÓDICO
PRODUCTOR: FM
FORMACIÓN:
STEVE OVERLAND: CANTANTE
MARV GOLDSWORTHY: BAJO
PETE JUPP: BATERÍA
JEM DAVIS: TECLADOS
JIM KIRKPATRICK: GUITARRAS
TRACKLIST ROCKVILLE:
TOUGH LOVE
WAKE UP THE WORLD
ONLY FOOLIN'
CRAVE
SHOW ME THE WAY
MY LOVE BLEEDS
STORY OF MY LIFE
BETTER LATE THAN NEVER
CROSSTOWN TRAIN
GOODBYE YESTERDAY
HIGH COST OF LOVING
TRACKLIST ROCKVILLE II:
HIGH
BAD ADDICTION
GUILTY
DESOLATION STATION
RUNAWAY TRAIN
LIVING FOR THE WEEKEND
FOREVER AND A DAY
PARADISE HIGHWAY
BROTHER TAKE ME HOME
LAST CHANCE SALOON
Ningún aficionado a la banda de Steve Overland, o al rock melódico superclase de los 80, puede, no creo que pueda, sentirse decepcionado por el nuevo trabajo de FM. Lo triste de esta buena noticia es los tiempos que estamos viviendo, en los que pocos, muy pocos, se paran (nos paramos) demasiado tiempo a degustar discos que en otro momento, no hace mucho, habrían sido una de las mejores inversiones que un aficionado a la buena música pudiese hacer. Horas y horas de entretenimiento y deleite, detenidos en sonidos y detalles que no es posible apreciar en una acelerada y urgente escucha.
Mientras suena de fondo “Only foolin’” me cuesta admitir que este disco no esté sonando en todas las emisoras de medio mundo, arrasando y arrastrando a miles de personas a comprarlo. Las cosas ya no son así... No quiero dejarme llevar por la nostalgia, que al fin y al cabo no sirve para nada, y prefiero pensar que la música no está hecha para encontrar el éxito (que FM ya tiene o tuvo), sino para que cada uno individualmente disfrute de ella en una comunicación personal con cualquier banda de rock que le haya hecho sentir algo alguna vez.
Creo que FM han publicado el disco que muchos de sus seguidores les reclamaban. Los que no quedaron enteramente satisfechos con Metropolis aquí tienen su disco: comercial, vitalista, rockero, repleto de melodías y, sobre todo, con el cuidado con el que solían hacer las cosas hace unos años. No es difícil encontrar en “Only foolin’” por ejemplo, que se incluye en el disco y que apareció como EP, rastros de “Tought it out”.
El álbum no tiene desperdicio, y sólo la inclusión del joyón del disco, “High cost of loving” obliga a todo buen paladar a hacerse con él de forma casi obligatoria. No es fácil encontrar una canción de ese estilo grabada así; es que ya no se puede: el detallazo del piano en el puente, las guitarras dobladas en el solo, los riffs en el estribillo, los irresistibles coros…, y claro, la voz de Steve Overland. El juego de las dos guitarras es brillante, de maestros, y la batería que marca los momentos de cambio e intensidad de la canción.
Siguen las reglas del género a pie juntillas en “Show me the way” y “Story of my life”; ellos saben hacerlo bien, por lo que ambas, si bien lejos de la originalidad, saben a gloria. Aquí no se busca ser original, sino hacer bien las cosas dentro de los límites del estilo, y ahí llevan las de ganar.
Otra canción que me ha ganado es la contagiosa “Better late than never”, con ese estribillo ultracomercial y el piano marcándolo, la melodía descendente que te conduce como por un tobogán, con una pequeña y compensatoria curva ascendente al final.
“Crave” me recuerda al “Black or White” de Michael Jackson. Dan ganas de aprender los pasos del recordado bailarín. Por otro lado nunca habían sonado tan Def Leppard como en “My love bleeds”.
Otro de los momentos álgidos del álbum es “Crosstown train”, en el que los coros y el ritmo de guitarra se transforman en una sugerente onomatopeya.
Me gustaría destacar los puentes de las canciones, muy trabajados, que potencian la intensidad de las canciones, por ejemplo en “High cost of loving” o en “Only foolin’” por nombrar dos.
El resultado de Rockville II no es tan redondo. En principio, las canciones pertenecen a las sesiones de grabación del primero, excepto “High”. La demanda del público les ha animado a publicarlas de manera individual, y eso que algunas de ellas podrían haber aparecido en el primero sin merma de calidad. Es un disco más rockero, la producción, aunque buena, no es tan brillante, pero en mi opinión merece igualmente la pena. “Bad addiction” (otra muy Def Leppard) es una chulada ante la que es difícil resistirse. “Guilty” es una clásico dentro del estilo de la banda, y aunque le falta un puntito de brillo, da gusto escuchar canciones así, interpretadas con tan buen gusto y profesionalidad sin necesidad de hacer un ejercicio de nostalgia.
“Living for the weekend” cumple sin más, aunque ahí está “Paradise highway”, con ese toque soul para compensar, y si hace falta romper moldes “Runaway train” nos traslada a sonidos orientales que en cierto modo revisita elementos ya vistos en otro “train”: “CrossTown train”.
Antes del final está una de las que podría haber brillado en el disco original: “Brother take me home”, con un estribillo que vale su peso en oro.
Pero, ay, que éste también tiene joyón: “Last chance saloon”, cuyos casi siete minutos uno lamenta que terminen. No digo más.
En definitiva, una parejita que ha dado a luz una de esas bandas de las que ya no hay. Aquellos que se quejan de que ya no se hace música como la de antes van a encontrar aquí un motivo para no quejarse en una temporada.
Mientras suena de fondo “Only foolin’” me cuesta admitir que este disco no esté sonando en todas las emisoras de medio mundo, arrasando y arrastrando a miles de personas a comprarlo. Las cosas ya no son así... No quiero dejarme llevar por la nostalgia, que al fin y al cabo no sirve para nada, y prefiero pensar que la música no está hecha para encontrar el éxito (que FM ya tiene o tuvo), sino para que cada uno individualmente disfrute de ella en una comunicación personal con cualquier banda de rock que le haya hecho sentir algo alguna vez.
Creo que FM han publicado el disco que muchos de sus seguidores les reclamaban. Los que no quedaron enteramente satisfechos con Metropolis aquí tienen su disco: comercial, vitalista, rockero, repleto de melodías y, sobre todo, con el cuidado con el que solían hacer las cosas hace unos años. No es difícil encontrar en “Only foolin’” por ejemplo, que se incluye en el disco y que apareció como EP, rastros de “Tought it out”.
El álbum no tiene desperdicio, y sólo la inclusión del joyón del disco, “High cost of loving” obliga a todo buen paladar a hacerse con él de forma casi obligatoria. No es fácil encontrar una canción de ese estilo grabada así; es que ya no se puede: el detallazo del piano en el puente, las guitarras dobladas en el solo, los riffs en el estribillo, los irresistibles coros…, y claro, la voz de Steve Overland. El juego de las dos guitarras es brillante, de maestros, y la batería que marca los momentos de cambio e intensidad de la canción.
Siguen las reglas del género a pie juntillas en “Show me the way” y “Story of my life”; ellos saben hacerlo bien, por lo que ambas, si bien lejos de la originalidad, saben a gloria. Aquí no se busca ser original, sino hacer bien las cosas dentro de los límites del estilo, y ahí llevan las de ganar.
Otra canción que me ha ganado es la contagiosa “Better late than never”, con ese estribillo ultracomercial y el piano marcándolo, la melodía descendente que te conduce como por un tobogán, con una pequeña y compensatoria curva ascendente al final.
“Crave” me recuerda al “Black or White” de Michael Jackson. Dan ganas de aprender los pasos del recordado bailarín. Por otro lado nunca habían sonado tan Def Leppard como en “My love bleeds”.
Otro de los momentos álgidos del álbum es “Crosstown train”, en el que los coros y el ritmo de guitarra se transforman en una sugerente onomatopeya.
Me gustaría destacar los puentes de las canciones, muy trabajados, que potencian la intensidad de las canciones, por ejemplo en “High cost of loving” o en “Only foolin’” por nombrar dos.
El resultado de Rockville II no es tan redondo. En principio, las canciones pertenecen a las sesiones de grabación del primero, excepto “High”. La demanda del público les ha animado a publicarlas de manera individual, y eso que algunas de ellas podrían haber aparecido en el primero sin merma de calidad. Es un disco más rockero, la producción, aunque buena, no es tan brillante, pero en mi opinión merece igualmente la pena. “Bad addiction” (otra muy Def Leppard) es una chulada ante la que es difícil resistirse. “Guilty” es una clásico dentro del estilo de la banda, y aunque le falta un puntito de brillo, da gusto escuchar canciones así, interpretadas con tan buen gusto y profesionalidad sin necesidad de hacer un ejercicio de nostalgia.
“Living for the weekend” cumple sin más, aunque ahí está “Paradise highway”, con ese toque soul para compensar, y si hace falta romper moldes “Runaway train” nos traslada a sonidos orientales que en cierto modo revisita elementos ya vistos en otro “train”: “CrossTown train”.
Antes del final está una de las que podría haber brillado en el disco original: “Brother take me home”, con un estribillo que vale su peso en oro.
Pero, ay, que éste también tiene joyón: “Last chance saloon”, cuyos casi siete minutos uno lamenta que terminen. No digo más.
En definitiva, una parejita que ha dado a luz una de esas bandas de las que ya no hay. Aquellos que se quejan de que ya no se hace música como la de antes van a encontrar aquí un motivo para no quejarse en una temporada.
AUTOR: Joserra
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