JEFF SCOTT SOTO - DAMAGE CONTROL
82/100
GÉNERO: HARD ROCK
DISCOGRÁFICA: FRONTIERS
PRODUCTOR:
MÚSICOS
CANTANTE Y COROS: JEFF SCOTT SOTO
GUITARRAS: GARY SCHUTT, JORGE SALÁN, DIEGO ARMELIN, RODRIGO ARMELIN, JOEL HOEKSTRA, EMO MARKOV, DAVE MENIKETTI, PETER PAC SÖDERSTRÖM, ALEX LLORENS, ROGER BENET, LEO MANCINI
BAJO: FERNANDO MAINER, NALLEY PAHLSSON, HENRIQUE BABOOM, JEFF SCOTT SOTO
TECLADOS: FABIO RIBIERO, ULF WAHLBERG, BJ (LUIS PAULO ALMEIDA JR.)
BATERÍAS: EDU COMINATO, CARLOS EXPÓSITO, CASEY GRILLO, MIKE VANDERHULE, JAMIE BORGER, JOEY SOTO
TRACKLIST
GIVE A LITTLE MORE
DAMAGE CONTROL
LOOK INSIDE YOUR HEART
IF I NEVER LET HER GO
DIE A LITTLE
TEARS THAT I CRY
BONAFIDE
CRAZY WORLD
HOW TO LOVE AGAIN
AFTERWORLD
NEVERENDING WAR
Tras el maravilloso Beautiful mess, Jeff Scott Soto quiere demostrar que “tengo más garra y actitud en mi meñique de lo que he tenido en los últimos 25 años” (This is Rock, 93). Esa garra y toda su energía se han extendido imparablemente desde el meñique de Scott Soto hasta el último silencio de su nuevo álbum. Y es que hay algo que no se le puede reprochar a este artista: que no dé lo mejor de sí mismo en cada proyecto en el que participa. La misma sinceridad que muestra al expresar lo dolido que se sintió por la acogida que tuvo su anterior trabajo, es la que se palpa en su propuesta consistentemente rockera e irresistiblemente melódica de Damage control.
Este trabajo está hecho tanto con las entrañas como con la cabeza. Son éstas sensaciones que están o no están, se perciben o no se perciben. Otros artistas intentan reproducir esas sensaciones de modo artificial; sin embargo soy de los que piensan que eso no se puede fingir, porque se nota. Incluso puede quedar bien, pero no es difícil detectar que no es auténtico. Damage Control, por el contrario, me parece que no engaña a nadie, porque es un producto artístico que quiere gustar gustándose a sí mismo. Seguro que Jeff Scott Soto está muy orgulloso de este álbum (igual que lo estaba del anterior), porque las señas de identidad que lo hacen reconocible en cualquier parte del mundo están en cada nota del disco. ¿Se puede estropear algo que empieza con la buenísima “Give a Little More”? Qué grandísima canción para empezar, con un estribillo que tiene la extraña propiedad de intensificarse con cada escucha, que empuja a que progresivamente uno tenga que subir el volumen del reproductor un poco más.
Otra de las virtudes que tiene Damage control es que, a pesar de que en él han colaborado un elevado número de músicos es asombrosamente compacto. Todos los músicos que participan en el disco hacen un gran trabajo. Llamaría la atención sobre el sonido de guitarra rítmica que se ha conseguido: con cuerpo, sólido, contundente, robusto. Quién no elegiría como uno de los tres deseos del genio de la lámpara tocar las rítmicas de “Afterworld”, “Tears that I cry” o “Krazyworld”. Éstas y otras son una auténtica lección de lo que llamamos hardrock melódico. La base rítmica es igualmente intachable, y creo que aquí Jorge Salán y los suyos tienen parte del mérito.
Mención aparte merece el excelente trabajo de coros en los que Jeff Scott Soto es un maestro. En algunos momentos es inevitable recordar con nostalgia aquellos coros de Talisman, fácilmente rastreables en varias canciones de esta obra. Y de la labor del propio Soto… lo mejor que se puede decir es que es un auténtico placer escucharle cantar en su registro más natural, olvidados los excesos de “journeys” e incómodos “wets” cuya existencia, observada desde la satisfacción y el inagotable disfrute que proporciona Damage control, se me antoja prescindible.
Jeff Scott Soto ha hecho una verdadera gozada de disco, una auténtica maravilla en la que están cuidados los detalles, y las ganas y la inteligencia se vuelven música minuto tras minuto. Este disco va a producir un atasco importante en la lista de escuchas pendientes; no hay manera de desgastarlo.
Ya señalé en su momento que Beautiful mess me parecía una delicia, pero Jeff Scott Soto cabreado me gusta un montón.
Este trabajo está hecho tanto con las entrañas como con la cabeza. Son éstas sensaciones que están o no están, se perciben o no se perciben. Otros artistas intentan reproducir esas sensaciones de modo artificial; sin embargo soy de los que piensan que eso no se puede fingir, porque se nota. Incluso puede quedar bien, pero no es difícil detectar que no es auténtico. Damage Control, por el contrario, me parece que no engaña a nadie, porque es un producto artístico que quiere gustar gustándose a sí mismo. Seguro que Jeff Scott Soto está muy orgulloso de este álbum (igual que lo estaba del anterior), porque las señas de identidad que lo hacen reconocible en cualquier parte del mundo están en cada nota del disco. ¿Se puede estropear algo que empieza con la buenísima “Give a Little More”? Qué grandísima canción para empezar, con un estribillo que tiene la extraña propiedad de intensificarse con cada escucha, que empuja a que progresivamente uno tenga que subir el volumen del reproductor un poco más.
Otra de las virtudes que tiene Damage control es que, a pesar de que en él han colaborado un elevado número de músicos es asombrosamente compacto. Todos los músicos que participan en el disco hacen un gran trabajo. Llamaría la atención sobre el sonido de guitarra rítmica que se ha conseguido: con cuerpo, sólido, contundente, robusto. Quién no elegiría como uno de los tres deseos del genio de la lámpara tocar las rítmicas de “Afterworld”, “Tears that I cry” o “Krazyworld”. Éstas y otras son una auténtica lección de lo que llamamos hardrock melódico. La base rítmica es igualmente intachable, y creo que aquí Jorge Salán y los suyos tienen parte del mérito.
Mención aparte merece el excelente trabajo de coros en los que Jeff Scott Soto es un maestro. En algunos momentos es inevitable recordar con nostalgia aquellos coros de Talisman, fácilmente rastreables en varias canciones de esta obra. Y de la labor del propio Soto… lo mejor que se puede decir es que es un auténtico placer escucharle cantar en su registro más natural, olvidados los excesos de “journeys” e incómodos “wets” cuya existencia, observada desde la satisfacción y el inagotable disfrute que proporciona Damage control, se me antoja prescindible.
Jeff Scott Soto ha hecho una verdadera gozada de disco, una auténtica maravilla en la que están cuidados los detalles, y las ganas y la inteligencia se vuelven música minuto tras minuto. Este disco va a producir un atasco importante en la lista de escuchas pendientes; no hay manera de desgastarlo.
Ya señalé en su momento que Beautiful mess me parecía una delicia, pero Jeff Scott Soto cabreado me gusta un montón.
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