IN FAITH - THERE'S A STORM COMING
74/100
DISCOGRÁFICA: ROCKTOPIA/CARGO RECORDS
ESTILO: HARD ROCK MELÓDICO
PRODUCTOR: PETE NEWDECK
MÚSICOS:
PETE GODFREY: CANTANTE
TONY MARSHALL: GUITARRA
PETE NEWDECK: BATERÍA
MÚSICOS INVITADOS:
BROOKE ST. JAMES: GUITARRA
CHRIS GREEN: GUITARRA
PAT HEATH: GUITARRA
TRACKLIST
RADIO
DOES IT FEEL LIKE LOVE
CHURCH OF ROCK N’ ROLL
WHERE I WANNA BE
ADDICTED
IF THAT’S WHAT LOVE MEANS
ALL OR NOTHING
IN FLAMES
MILLION WAYS
LEAVE ME NOW
BITTER END
Bastante revuelo ha levantado la publicación de este álbum. En él se han unido dos músicos veteranos (Pete Godfrey y Tony Marshall) que han decidido, tras varios años de cruzarse en diferentes bandas o proyectos, componer una serie de canciones con las que se sintieran a gusto y fuesen lo suficientemente atractivas. Según indica la nota de prensa, Marshall andaba, aunque bastante involucrado en el Firefest, retirado de la escena musical, y Godfrey había escrito varias canciones de pop tras años inactivo las cuales, si bien le habían reportado cierto éxito, no le satisfacían desde el punto de vista artístico.
Su compañía ha anunciado There’s a storm coming como uno de los discos de presentación británicos más relevantes del nuevo siglo dentro de su estilo. Ya estamos acostumbrados a frases publicitarias de este tipo y casi no nos dicen nada. A pesar de ello, nada más escuchar los primeros compases del álbum, tenemos la clara impresión de que estos tipos exhiben algunas virtudes que no son demasiado habituales, un toque de distinción, ese algo diferenciador que llama nuestra atención. Y no porque hagan nada fuera de lo normal, sino casi por todo lo contrario: por hacer particularmente bien lo que hacen todos los demás. Los responsables de In Faith manejan con sabiduría su experiencia y sus influencias para lograr que su trabajo sea de suficiente nivel, exigencia que se agradece.
Por otro lado, sus influencias están más que claras. Más bien, su influencia, ya que se trata de un disco que suena indiscutiblemente a los Harem Scarem primerizos (de hecho, Harry Hess se ha hecho cargo de la masterización del álbum). Las composiciones, los coros, las líneas melódicas suenan a Harem Scarem, incluso la forma de interpretar de Pete Godfrey es muy cercana a la de Hess. El otro elemento de esta fórmula químico-musical es Def Leppard. Qué fácil es imaginarse la canción que abre el disco, “Radio”, con un ritmo a lo “Pour some sugar on me”, y poner sobre él las voces y coros; o reconocer a los de Joe Elliot y compañía en “Where I wanna be”.
Por ello me sucede que, aunque el disco se disfruta por la calidad técnica, las acertadas interpretaciones y un puñado de buenas canciones, no me abandona la fastidiosa sensación de la emulación, a pesar de que el resultado de There’s a storm coming queda lejos de la mera copia sin originalidad. Por cierto, el estribillo de “Church of rock n’ roll” es clavadito al de “A little ain’t enough” de David Lee Roth.
Hay canciones realmente buenas: la muy Harem Scarem “Addicted”, “In flames” (excesivamente alargada en el final) o la estupenda “A million miles”. Las baladas son agradables de escuchar por lo bien cuidados que están los coros. Los solos de guitarra tampoco están nada mal, al margen de los de los músicos invitados.
Lo mejor de la producción se lo llevan las guitarras y los coros. Curiosamente, lo más apagado es la batería, y digo “curiosamente” porque la producción corre a cargo del de las baquetas. Nada que ver con la pegada que puede escucharse en Mood Swings, por seguir con el grupo referente. De hecho es lo que menos me gusta del disco. (Mi compañero Óscar L. González seguro que podría decir algunas cosas sobre esto.)
No estoy seguro de que sea el disco británico de presentación más relevante del estilo en el nuevo siglo, pero indiscutiblemente In Faith han facturado un buen disco. No dudo que más de uno pueda pensar que lo es cuando escuche There’s a storm coming.
Su compañía ha anunciado There’s a storm coming como uno de los discos de presentación británicos más relevantes del nuevo siglo dentro de su estilo. Ya estamos acostumbrados a frases publicitarias de este tipo y casi no nos dicen nada. A pesar de ello, nada más escuchar los primeros compases del álbum, tenemos la clara impresión de que estos tipos exhiben algunas virtudes que no son demasiado habituales, un toque de distinción, ese algo diferenciador que llama nuestra atención. Y no porque hagan nada fuera de lo normal, sino casi por todo lo contrario: por hacer particularmente bien lo que hacen todos los demás. Los responsables de In Faith manejan con sabiduría su experiencia y sus influencias para lograr que su trabajo sea de suficiente nivel, exigencia que se agradece.
Por otro lado, sus influencias están más que claras. Más bien, su influencia, ya que se trata de un disco que suena indiscutiblemente a los Harem Scarem primerizos (de hecho, Harry Hess se ha hecho cargo de la masterización del álbum). Las composiciones, los coros, las líneas melódicas suenan a Harem Scarem, incluso la forma de interpretar de Pete Godfrey es muy cercana a la de Hess. El otro elemento de esta fórmula químico-musical es Def Leppard. Qué fácil es imaginarse la canción que abre el disco, “Radio”, con un ritmo a lo “Pour some sugar on me”, y poner sobre él las voces y coros; o reconocer a los de Joe Elliot y compañía en “Where I wanna be”.
Por ello me sucede que, aunque el disco se disfruta por la calidad técnica, las acertadas interpretaciones y un puñado de buenas canciones, no me abandona la fastidiosa sensación de la emulación, a pesar de que el resultado de There’s a storm coming queda lejos de la mera copia sin originalidad. Por cierto, el estribillo de “Church of rock n’ roll” es clavadito al de “A little ain’t enough” de David Lee Roth.
Hay canciones realmente buenas: la muy Harem Scarem “Addicted”, “In flames” (excesivamente alargada en el final) o la estupenda “A million miles”. Las baladas son agradables de escuchar por lo bien cuidados que están los coros. Los solos de guitarra tampoco están nada mal, al margen de los de los músicos invitados.
Lo mejor de la producción se lo llevan las guitarras y los coros. Curiosamente, lo más apagado es la batería, y digo “curiosamente” porque la producción corre a cargo del de las baquetas. Nada que ver con la pegada que puede escucharse en Mood Swings, por seguir con el grupo referente. De hecho es lo que menos me gusta del disco. (Mi compañero Óscar L. González seguro que podría decir algunas cosas sobre esto.)
No estoy seguro de que sea el disco británico de presentación más relevante del estilo en el nuevo siglo, pero indiscutiblemente In Faith han facturado un buen disco. No dudo que más de uno pueda pensar que lo es cuando escuche There’s a storm coming.
AUTOR: Joserra
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