MR. BIG - ...THE STORIES WE COULD TELL
82/100
DISCOGRÁFICA: FRONTIERS RECORDS
ESTILO: BLUES HARD ROCK
PRODUCTOR: PAT REGAN
MÚSICOS
ERIC MARTIN: CANTANTE
PAUL GILBERT: GUITARRA
BILLY SHEEHAN: BAJO
PAT TORPEY: BATERÍA
TRACKLIST
GOTTA LOVE TO RIDE
I FORGET TO BREATHE
FRAGILE
SATISFIED
THE MAN WHO HAS EVERYTHING
THE MONSTER IN ME
WHAT IF WE WERE NEW
EAST/WEST
THE LIGHT OF DAY
JUST LET YOUR HEART DECIDE
IT’S ALWAYS ABOUT THAT GIRL
CINDERELLA SMILE
THE STORIES WE COULD TELL
Casi por sorpresa se anunció la publicación de un nuevo trabajo de los imprescindibles Mr. Big. Y digo sorpresa aunque no lo sea en realidad, porque al ritmo de información al que estamos acostumbrados actualmente, ha llegado a ser habitual que sepamos que cualquier músico o banda va a publicar un disco desde que prácticamente lo han pensado, y para ello puede pasar más de un año (mucho más a veces) hasta que se publica dicho álbum. En el caso de Mr. Big es una sorpresa que trae adherida otra no tan agradable: la retirada de los escenarios de Pat Torpey debido a que ha sido diagnosticado de Parkinson, el cual será reemplazado para la gira mundial por Matt Starr.
El nuevo álbum de la banda americana, si tomamos como referencia su brillante What if… (esos puntos suspensivos podrían enlazar con los del título del nuevo y completar un ciclo), es más blues rock que hard rock. Las huellas 70’s de la banda se aprecian de un modo más nítido en …The stories we could tell, pero no como una vuelta a las raíces ni nada por el estilo, sino conservando su esencia como grupo de rock nacido en la frontera de los 80 con la década posterior, con un guitarrista y un bajista que deslumbraron en el momento en el que explotaron los instrumentistas virtuosos y cuya herencia llevan muy a gala. Por ello, es posible que algunos aficionados se sientan extrañados al escuchar algunas de las canciones de este álbum, pues los ritmos y acordes, así como las entradas de guitarra son totalmente 70’s impregnados, esos sí, del ADN Mr. Big, plagado de melodías e inmediatez, una inmediatez que es como una cata: así es como sabe un poquito, pero si quieres disfrutarlo de veras, toma más, poco a poco, paladeando despacio y con frecuencia.
Esta misma idea es reconocible en los fantásticos, sabrosos, ingeniosos, brillantes y gozosos solos de Paul Gilbert, exhibiciones nada narcisistas que dejan a la vista los vestigios musicales de los que se nutre el artista: las raíces clásicas del blues y el rock & roll y el hard rock de técnica impecable de los 80. Con ello tenemos unos solos de guitarra que hacen que algunas de las canciones del disco, no tan inspiradas, ganen interés por la llegada de “su momento”.
Casi todo el esqueleto del nuevo disco de Mr. Big está compuesto por engranajes de blues rock recubierto de piel hardrockera. La primera canción del disco, y la primera que ha podido escucharse, “Gotta love the ride”, lo atestigua: mezcla perfecta, inspiración tradicional y ejecución respetuosa con quienes son, aunque abandonando ligeramente ese feeling hard rock. Asimismo los ritmos funkies están presentes en la construcción y los acordes de “I forget to breathe”. Para completar el menú puede tomarse “Satisfied”, adictiva donde las haya, con un groove brutal por parte de la base rítmica y el juego dialógico de cantante/guitarra.
Quien quiera disfrutar de los Mr. Big más reconocibles de los medios tiempos, con gracia, elegancia y clase los puede encontrar en la imprescindible “Fragile”: pegadiza, con ese tempo mágico de la banda para este tipo de canciones. Y enlazando con los temas lentos, las baladas del disco, nos encontramos con la parte más débil del mismo. “The man who has everything” es una canción rutinaria que quiere alcanzar algo de intensidad con unos arreglos orquestales artificiales. Mucho mejor es “Just let your heart decide”, aunque no demasiado original, ejecutada con la sabiduría de estos cuatro músicos. Me reservo en este apartado una debilidad personal que se llama “East/West”, medio tiempo semiacústico que bien podría entrar en la lista de cualquier emisora de radio como hicieron otras canciones de su carrera. Sin duda, de las primeras en quedar en el recuerdo del receptor por ese bonito estribillo y el sonido de guitarras acústicas.
Tengo la sensación de que el bajo de Sheehan ha quedado en este disco en un segundo plano, más discreto que en anteriores ocasiones. Quizás se deba a lo que he comentado sobre la estructura clásica de las canciones cuya naturaleza no da cabida tan fácilmente al exhibicionismo técnico de la base rítmica. Eso no significa que Sheehan no esté tan magnífico como siempre: la discreción también es una virtud.
Canciones como “The Light of day” (aquí sí tenemos un minijuego de bajo/guitarra marca Mr. Big), “Cinderella smile” o “What if we were new” (con un Pat Torpey que es capaz de convertir la música y el ritmo en cuerpo líquido) refuerzan la idea de rock & roll a la que Eric Martin aporta su reconocido e insustituible talento, presente durante todo el álbum. Un álbum que supone un disfrute completo lleno de clase y sabiduría que dura más de lo que indican los créditos de las canciones.
El nuevo álbum de la banda americana, si tomamos como referencia su brillante What if… (esos puntos suspensivos podrían enlazar con los del título del nuevo y completar un ciclo), es más blues rock que hard rock. Las huellas 70’s de la banda se aprecian de un modo más nítido en …The stories we could tell, pero no como una vuelta a las raíces ni nada por el estilo, sino conservando su esencia como grupo de rock nacido en la frontera de los 80 con la década posterior, con un guitarrista y un bajista que deslumbraron en el momento en el que explotaron los instrumentistas virtuosos y cuya herencia llevan muy a gala. Por ello, es posible que algunos aficionados se sientan extrañados al escuchar algunas de las canciones de este álbum, pues los ritmos y acordes, así como las entradas de guitarra son totalmente 70’s impregnados, esos sí, del ADN Mr. Big, plagado de melodías e inmediatez, una inmediatez que es como una cata: así es como sabe un poquito, pero si quieres disfrutarlo de veras, toma más, poco a poco, paladeando despacio y con frecuencia.
Esta misma idea es reconocible en los fantásticos, sabrosos, ingeniosos, brillantes y gozosos solos de Paul Gilbert, exhibiciones nada narcisistas que dejan a la vista los vestigios musicales de los que se nutre el artista: las raíces clásicas del blues y el rock & roll y el hard rock de técnica impecable de los 80. Con ello tenemos unos solos de guitarra que hacen que algunas de las canciones del disco, no tan inspiradas, ganen interés por la llegada de “su momento”.
Casi todo el esqueleto del nuevo disco de Mr. Big está compuesto por engranajes de blues rock recubierto de piel hardrockera. La primera canción del disco, y la primera que ha podido escucharse, “Gotta love the ride”, lo atestigua: mezcla perfecta, inspiración tradicional y ejecución respetuosa con quienes son, aunque abandonando ligeramente ese feeling hard rock. Asimismo los ritmos funkies están presentes en la construcción y los acordes de “I forget to breathe”. Para completar el menú puede tomarse “Satisfied”, adictiva donde las haya, con un groove brutal por parte de la base rítmica y el juego dialógico de cantante/guitarra.
Quien quiera disfrutar de los Mr. Big más reconocibles de los medios tiempos, con gracia, elegancia y clase los puede encontrar en la imprescindible “Fragile”: pegadiza, con ese tempo mágico de la banda para este tipo de canciones. Y enlazando con los temas lentos, las baladas del disco, nos encontramos con la parte más débil del mismo. “The man who has everything” es una canción rutinaria que quiere alcanzar algo de intensidad con unos arreglos orquestales artificiales. Mucho mejor es “Just let your heart decide”, aunque no demasiado original, ejecutada con la sabiduría de estos cuatro músicos. Me reservo en este apartado una debilidad personal que se llama “East/West”, medio tiempo semiacústico que bien podría entrar en la lista de cualquier emisora de radio como hicieron otras canciones de su carrera. Sin duda, de las primeras en quedar en el recuerdo del receptor por ese bonito estribillo y el sonido de guitarras acústicas.
Tengo la sensación de que el bajo de Sheehan ha quedado en este disco en un segundo plano, más discreto que en anteriores ocasiones. Quizás se deba a lo que he comentado sobre la estructura clásica de las canciones cuya naturaleza no da cabida tan fácilmente al exhibicionismo técnico de la base rítmica. Eso no significa que Sheehan no esté tan magnífico como siempre: la discreción también es una virtud.
Canciones como “The Light of day” (aquí sí tenemos un minijuego de bajo/guitarra marca Mr. Big), “Cinderella smile” o “What if we were new” (con un Pat Torpey que es capaz de convertir la música y el ritmo en cuerpo líquido) refuerzan la idea de rock & roll a la que Eric Martin aporta su reconocido e insustituible talento, presente durante todo el álbum. Un álbum que supone un disfrute completo lleno de clase y sabiduría que dura más de lo que indican los créditos de las canciones.
AUTOR: Joserra
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