220 VOLT. - WALKING IN STARLIGHT
70/100
DISCOGRÁFICA: AOR HEAVEN
ESTILO: HARD ROCK
PRODUCTORES: 220 VOLT. Y MAX NORMAN
MÚSICOS
ANDERS ENGBERG: CANTANTE
THOMAS DREVIN: GUITARRA
MATS KARLSSON: GUITARRA
PETER HERMANSSON: BATERÍA
JOHAN NIEMANN Y LARS ERICSSON: BAJO
TRACKLIST
WALKING IN STARLIGHT
SYSTEM OVERLOAD
BROKEN PROMISES
ALIVE
BLIND
STRANDED
GET ME OUT
THE WAITING
THROUGH THE WASTELANDS
BURNING HEART
TAKE A GOOD LOOK
ONE GOOD REASON
GUIDING LIGHT
Si trato de hacer un ejercicio de equilibrio con el nuevo trabajo de 220 Volt. con una cuña en el medio del disco, como si fuera un balancín, lo consigo de un modo inseguro, pero curiosamente se mantiene.
En un extremo estaría el mayor defecto que le veo desde que lo escuché por primera vez: esto no suena a 220 Volt. No es que esta banda ciertamente irregular en publicaciones tenga una personalidad apabullante, pero siempre me han resultado reconocibles sus ritmos y estructuras, sobre todo por las guitarras de Mats Karlsson. Sin embargo aquí, a excepción de alguna canción, eso no está. Por otro lado, el llamativo equilibrio se consigue con todo lo contrario, pues lo atractivo del álbum es que contiene unas canciones potentes y comerciales transformándose en un cruce indudable entre los nuevos Europe (parece que van creando escuela), y los Black Sabbath de Tony Martin (¿no suena “System overload” a “Born to lose” de los de Iommi?), con quien el cantante de la banda Anders Engberg (anteriormente en Therion y en Lions Share) mantiene más de un rasgo en común. Precisamente el cantante elegido para la grabación de este disco es también un rasgo diferencial con respecto a los anteriores de la banda, más melódicos y con una voz más limpia, menos rasgada, con lo que se vuelve a producir un difícil equilibrio, ya que a pesar de alejarse de lo reconocible para los seguidores de la banda, lo hace muy bien, tiene buena voz (aunque los agudos que utiliza muy esporádicamente no me gusten).
Con todo esto qué resulta: un buen disco pero poco 220 Volt. Se escucha con agrado pero me costaría ponerlo junto al resto de discos de la banda. Si intentara colocarlo en el anaquel con los anteriores álbumes, éstos lo adoptarían como a un hermanastro, pensarían “sí, tenemos los mismos padres, pero no te pareces a nosotros, aunque tienes buen tipo”. En la banda, además de su guitarrista de siempre, están el que grabó el primer disco de la banda Thomas Drevin, y el batería Peter Hermansson.
Walking in starlight tiene buenas canciones, rockeras, con cierto aliento setentero (supongo que el trabajo de su guitarrista en The Summit tiene algo que ver), incluso el final de “The waiting” parece un homenaje a “Kashmir” de Led Zeppelin, haciendo contrapeso con canciones más ochentenas del tipo “Through the wastelands”, por nombrar una. En este punto habría que destacar el buen trabajo de las guitarras rítmicas y de las solistas. Pero lo que llama sobre todo la atención es, como decía al comienzo, la notable influencia de los últimos discos de sus compatriotas Europe, tan evidentes en canciones como “System overload”, “Broken promises”, o “Alive” (aquí son casi discípulos).
Por ello, quien se sienta decepcionado por su falta de identidad con respecto a los anteriores discos de la banda, que aquí puede encontrar casi exclusivamente en “One good reason” (que por algo ha sido la primera canción que se escuchó del álbum) o en “Stranded”, puede compensarlo si es seguidor de obras como Secret society o Last look at Eden. Al fin y al cabo, a un hermanastro se le puede llegar a querer tanto como a un hermano legítimo.
En un extremo estaría el mayor defecto que le veo desde que lo escuché por primera vez: esto no suena a 220 Volt. No es que esta banda ciertamente irregular en publicaciones tenga una personalidad apabullante, pero siempre me han resultado reconocibles sus ritmos y estructuras, sobre todo por las guitarras de Mats Karlsson. Sin embargo aquí, a excepción de alguna canción, eso no está. Por otro lado, el llamativo equilibrio se consigue con todo lo contrario, pues lo atractivo del álbum es que contiene unas canciones potentes y comerciales transformándose en un cruce indudable entre los nuevos Europe (parece que van creando escuela), y los Black Sabbath de Tony Martin (¿no suena “System overload” a “Born to lose” de los de Iommi?), con quien el cantante de la banda Anders Engberg (anteriormente en Therion y en Lions Share) mantiene más de un rasgo en común. Precisamente el cantante elegido para la grabación de este disco es también un rasgo diferencial con respecto a los anteriores de la banda, más melódicos y con una voz más limpia, menos rasgada, con lo que se vuelve a producir un difícil equilibrio, ya que a pesar de alejarse de lo reconocible para los seguidores de la banda, lo hace muy bien, tiene buena voz (aunque los agudos que utiliza muy esporádicamente no me gusten).
Con todo esto qué resulta: un buen disco pero poco 220 Volt. Se escucha con agrado pero me costaría ponerlo junto al resto de discos de la banda. Si intentara colocarlo en el anaquel con los anteriores álbumes, éstos lo adoptarían como a un hermanastro, pensarían “sí, tenemos los mismos padres, pero no te pareces a nosotros, aunque tienes buen tipo”. En la banda, además de su guitarrista de siempre, están el que grabó el primer disco de la banda Thomas Drevin, y el batería Peter Hermansson.
Walking in starlight tiene buenas canciones, rockeras, con cierto aliento setentero (supongo que el trabajo de su guitarrista en The Summit tiene algo que ver), incluso el final de “The waiting” parece un homenaje a “Kashmir” de Led Zeppelin, haciendo contrapeso con canciones más ochentenas del tipo “Through the wastelands”, por nombrar una. En este punto habría que destacar el buen trabajo de las guitarras rítmicas y de las solistas. Pero lo que llama sobre todo la atención es, como decía al comienzo, la notable influencia de los últimos discos de sus compatriotas Europe, tan evidentes en canciones como “System overload”, “Broken promises”, o “Alive” (aquí son casi discípulos).
Por ello, quien se sienta decepcionado por su falta de identidad con respecto a los anteriores discos de la banda, que aquí puede encontrar casi exclusivamente en “One good reason” (que por algo ha sido la primera canción que se escuchó del álbum) o en “Stranded”, puede compensarlo si es seguidor de obras como Secret society o Last look at Eden. Al fin y al cabo, a un hermanastro se le puede llegar a querer tanto como a un hermano legítimo.
AUTOR: Joserra
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