SKINTRADE - REFUELED
82/100
DISCOGRÁFICA: AOR HEAVEN
GÉNERO: HARDROCK/METAL
PRODUCTOR: OSCAR AMMER
MÚSICOS
MATTI ALFONZETTI: VOCES, GUITARRAS
STEFAN BERGSTRÖM: GUITARRAS, COROS
HÅKAN CLAMROTH: BAJO
HÅKAN MÅSEN PERSSON: BATERÍA, COROS
TRACKLIST
MONSTER
LIAR
PAY IN BLOOD
HARDCORE MF HEARTATTACK
CLOSE MY EYES
GETTING AWAY WITH MURDER
MOUNTAIN
BEEN TO THE BOTTOM
WORSE THAN WASTED
DYING IN YOUR ARMS
WILD ONE
LOOK ME IN THE EYE
Hay placeres que exigen un esfuerzo para ganárselos, que deben trabajarse para merecerlos. No todo en este mundo tiene que estar asfixiado por la dictadura del placer inmediato y fácil, de la disponibilidad urgente, que tan pronto se adquiere como desaparece. Vamos pasando de una cosa a otra cuya fecha de caducidad proporciona tan fulminantemente el placer como en fugaz se convierte su recuerdo, aunque algunos se harten de alabar las bondades del ‘ya’.
Hay momentos en los que viene muy bien algo sencillo que nos alegre una mañana, una música de fondo mientras hacemos otras cosas, que no nos exija demasiada atención mientras disfrutamos de ello. Sin embargo, no debemos renunciar a lo que aparentemente resulta más inaccesible. Refueled es un disco que no se lo pone fácil al oyente casual, aquel que echa una oreja de refilón, pues seguramente no encuentre nada atractivo. No se deja, es incómodo, y su producción, no demasiado limpia, no hace más que enturbiar las sensaciones de disco no demasiado accesible en las primeras escuchas.
Pero no podemos olvidar que ahí está Matti Alfonzetti, un cantante de raza que no abre la boca si no es para hacer algo decente, y si no es especialmente bueno lo que canta, siempre parece mejor.
Skintrade publicaron dos álbumes, en 1993 y 1995, y nada más hasta 2012, año en que apareció el recopilatorio con tres canciones nuevas. Si estos diecisiete años han servido para poder tener este Refueled, bien está. Es un álbum muy bueno que pasa a excelente con las progresivas escuchas, se va abriendo poco a poco mostrando sus perfiles más atractivos según se va profundizando en sus melodías, sus cambios de ritmos, y sus infinitas influencias que recorren buena parte del rock desde los ’70 hasta ahora. El Black album de Metallica, las tendencias más alternativas, el modern rock más duro, el macarrismo de Motorhead o el salvajismo setentero sirven de semilla alimenticia al trabajo de Skintrade. Esto tiene como consecuencia que el resultado es un producto cargado de universalidad, no porque pique de un sitio y otro, sino porque esos sonidos están presentes por herencia.
La mezcla de un sonido algo sucio con las melodías vocales de Alfonzetti proporciona al disco un aire de dramatismo tan turbio como atractivo, convirtiendo el sonido en una cortina que difumina la accesibilidad al disco y que no permite apreciar lo que hay dentro hasta pasadas las primeras escuchas.
La base rítmica que aportan Håkan Calmroth y Håkan Måsen Persson es contundente, aparentando improvisación muchas veces, lo que proporciona una frescura y una espontaneidad a las canciones muy beneficiosa y la encadena directamente a la de Led Zeppelin.
Posiblemente la puerta de acceso al álbum sean las melodías sembradas como una trampa a través de la voz de Alfonzetti. Los estribillos indican la luz a seguir hasta que, una vez caídos en el laberinto de cada canción, el oyente mira a su alrededor y observa maravillado todo lo que lo rodea. Por eso no es difícil picar de entrada con “Monster”, de las más inmediatas y abriendo del disco, que comienza con ese I’m a monster. Y eso que las guitarras ebrias de rock setentero dejan hecho polvo al más pintado. No pasa nada, agárrate a Matti Alfonzetti. Luego comienza el festival con la vibrante “Liar”, la potente “Pay in blood”, la macarra “Hardcore MF heartattack”, o la más melódica “Dying in your arms”, de mis favoritas del disco, y que habría sido perfecta para cerrarlo (incluso me recuerda a Talisman, aunque no sabría explicar muy bien por qué). Como lo veo así, me regalo dos bonus tracks tras ella que me dejan como nuevo.
Pero en mi opinión lo que eleva el álbum es la clase, tensión y emoción que desprenden los medios tiempos y las extrañas y dolidas baladas: mi primer bonus track, “Wild one”, en el que Alfonzetti pone los pelos de punta cuando dice Angel of mine, where are you now, con esos acordes que se quedan flotando en el aire y casi no te dejan respirar; “Close my eyes” o “Been to the bottom” con alma de blues en su fondo (I know I will be back someday).
Las guitarras rítmicas de Stefan Bergström funcionan con mucha riqueza y son las que desde mi punto de vista dan ese aire extraño al disco.
Creo que no es fácil entrar en Refueled, pero una vez que se está dentro resulta aún más difícil emprender el camino de vuelta, si es que alguien quiere volver.
Hay momentos en los que viene muy bien algo sencillo que nos alegre una mañana, una música de fondo mientras hacemos otras cosas, que no nos exija demasiada atención mientras disfrutamos de ello. Sin embargo, no debemos renunciar a lo que aparentemente resulta más inaccesible. Refueled es un disco que no se lo pone fácil al oyente casual, aquel que echa una oreja de refilón, pues seguramente no encuentre nada atractivo. No se deja, es incómodo, y su producción, no demasiado limpia, no hace más que enturbiar las sensaciones de disco no demasiado accesible en las primeras escuchas.
Pero no podemos olvidar que ahí está Matti Alfonzetti, un cantante de raza que no abre la boca si no es para hacer algo decente, y si no es especialmente bueno lo que canta, siempre parece mejor.
Skintrade publicaron dos álbumes, en 1993 y 1995, y nada más hasta 2012, año en que apareció el recopilatorio con tres canciones nuevas. Si estos diecisiete años han servido para poder tener este Refueled, bien está. Es un álbum muy bueno que pasa a excelente con las progresivas escuchas, se va abriendo poco a poco mostrando sus perfiles más atractivos según se va profundizando en sus melodías, sus cambios de ritmos, y sus infinitas influencias que recorren buena parte del rock desde los ’70 hasta ahora. El Black album de Metallica, las tendencias más alternativas, el modern rock más duro, el macarrismo de Motorhead o el salvajismo setentero sirven de semilla alimenticia al trabajo de Skintrade. Esto tiene como consecuencia que el resultado es un producto cargado de universalidad, no porque pique de un sitio y otro, sino porque esos sonidos están presentes por herencia.
La mezcla de un sonido algo sucio con las melodías vocales de Alfonzetti proporciona al disco un aire de dramatismo tan turbio como atractivo, convirtiendo el sonido en una cortina que difumina la accesibilidad al disco y que no permite apreciar lo que hay dentro hasta pasadas las primeras escuchas.
La base rítmica que aportan Håkan Calmroth y Håkan Måsen Persson es contundente, aparentando improvisación muchas veces, lo que proporciona una frescura y una espontaneidad a las canciones muy beneficiosa y la encadena directamente a la de Led Zeppelin.
Posiblemente la puerta de acceso al álbum sean las melodías sembradas como una trampa a través de la voz de Alfonzetti. Los estribillos indican la luz a seguir hasta que, una vez caídos en el laberinto de cada canción, el oyente mira a su alrededor y observa maravillado todo lo que lo rodea. Por eso no es difícil picar de entrada con “Monster”, de las más inmediatas y abriendo del disco, que comienza con ese I’m a monster. Y eso que las guitarras ebrias de rock setentero dejan hecho polvo al más pintado. No pasa nada, agárrate a Matti Alfonzetti. Luego comienza el festival con la vibrante “Liar”, la potente “Pay in blood”, la macarra “Hardcore MF heartattack”, o la más melódica “Dying in your arms”, de mis favoritas del disco, y que habría sido perfecta para cerrarlo (incluso me recuerda a Talisman, aunque no sabría explicar muy bien por qué). Como lo veo así, me regalo dos bonus tracks tras ella que me dejan como nuevo.
Pero en mi opinión lo que eleva el álbum es la clase, tensión y emoción que desprenden los medios tiempos y las extrañas y dolidas baladas: mi primer bonus track, “Wild one”, en el que Alfonzetti pone los pelos de punta cuando dice Angel of mine, where are you now, con esos acordes que se quedan flotando en el aire y casi no te dejan respirar; “Close my eyes” o “Been to the bottom” con alma de blues en su fondo (I know I will be back someday).
Las guitarras rítmicas de Stefan Bergström funcionan con mucha riqueza y son las que desde mi punto de vista dan ese aire extraño al disco.
Creo que no es fácil entrar en Refueled, pero una vez que se está dentro resulta aún más difícil emprender el camino de vuelta, si es que alguien quiere volver.
AUTOR: Joserra
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