El hundimiento del thrash metal
El asunto es conocido por todos los que llevamos en esto del metal un tiempo: el thrash metal nació a principios de los ochenta, como una derivación del heavy metal británico en una época en que el heavy estadounidense no tenía nada que aportar, comido como estaba por la moda de las bandas mastodónticas de AOR y hard rock esclerotizado: gentes como Van Halen, Kiss, Ted Nugent, Journey o Kansas eran las que marcaban la pauta de lo que se hacía en América al empezar la década de los ochenta. El thrash metal, ya se ha dicho en muchas partes, devuelve la música a la calle; desde 1983 a 1898 miles de bandas se apuntan al carro y la cosa se convierte en una moda, que llega a extremos de paroxismo impensable cuando Metallica publican, en 1991, “Black Album”, uno de los discos de rock más vendidos de la historia y su primer redondo que se apartaba del todo del viejo sonido thrash. Al año siguiente, 1992, del trhash metal no quedaban nada más que las cenizas; de todos aquellos miles de formaciones surgidas a ambos lados el Atlántico, apenas sobrevivían una docena. Grupos como Destruction en Alemania o Death Angel en Estados Unidos, que habían tenido una masa de seguidores detrás, fueron a la porra. Y son sólo ejemplos, se pueden citar docenas y docenas de grupos que, habiendo alcanzado cierto estatus en los ochenta, desaparecieron sin dejar rastro.
Normalmente, se tiende a buscar una explicación sencilla: en noviembre de 1991 se publica “Nevermind” de Nirvana, y pocos meses después, a comienzos de 1992, llega al número uno en Estados Unidos desbancando a Michael Jackson, algo impensable para un grupo que había nacido (digan lo que digan) con espíritu de banda punk, al menos en su debut “Bleach”. El éxito de Nirvana marca el nacimiento de la moda grunge, y tras ella la del rock alternativo, grupos que hasta unos meses antes no se comían nada empiezan a llenar estadios y copar las listas de éxito: Smashing Pumpkins, Rage Agains The Machine, Downset, Pearl Jam, Alice In Chains, Soundgarden, Stone Temple Pilots, Bush, Terrorvision y muchos más hacia el año 95 habían marcado su terreno y no sólo eso, sino que habían sentenciado a muerte a los grupos de éxito de los años ochenta: las primeras víctimas fueron las bandas de sleaze, glam metal y hair metal: bandas como Motley Crue, Poison, Cinderella, Bang Tango, Love/hate, Twisted Sister... tienen que resignarse a desaparecer o tocar en locales de doscientos espectadores.
Esa es la explicación que se ha dado para la muerte del thrash metal: el grunge y el rock alternativo acabaron con él. Sin embargo, la explicación, a mi modo de ver, no es tan sencilla. El death metal había nacido como fenómeno de masas subterráneo poco después, también hubo miles de bandas de death metal, y sin embargo nunca hubo una caída en picado del género (a pesar, eso sí, de que en la segunda mitad de los noventa quedara desplazado por el black metal; en todo caso no es un fenómeno comparable a la extinción del thrash, y aunque lo fuera, en todo caso el death fue desplazado por un estilo también extremo y anticomercial).
Mi opinión, y sobre esto me gustaría preguntar a los foreros, es que el thrash metal se extinguió por culpa de la avaricia de las casas discográficas, que ficharon (las multinacionales) a grupos como Slayer, Anthrax y Megadeth, y quisieron hacerse ricas metiendo a gente que no tenía mucho que ver con el tema. El caso de Meliah Rage lo ejemplifica: un grupo de heavy metal cañero que nunca fue trhash y que sin embargo nos lo quisieron vender como tal los de CBS. Muchos casos como este, la explotación de las “majors”, y , sí, también el fenómeno grunge, se aliaron para acabar con el movimiento. Se puede añadir a ello la propia limitación del género, algo de lo que los grupos eran conscientes, si bien se piensa, porque hoy en día, una banda como Exodus, que lleva tres discos en Nuclear Blast desde su reunión, tres discos excelentes, sobre todo “Shoved Headed Kill Machine”, no practican thrash metal en sentido estricto.
El tema es interesante, más hoy día que tanto se habla de Internet como factor clave para la “muerte de la música”. En principios de los noventa no había intercambios de ordenador a ordenador, y sin embargo todo un fenómeno musical con millones de seguidores y miles de bandas practicándolo desapareció casi sin dejar rastro hasta que, hace poco, algunos grupos han vuelto a ejercitarlo, con los debidos cambios propiciados por el paso del tiempo, la evolución de la sociedad y, sobre todo, el progreso de las tecnologías.
De todos modos, ¿quién no echa de menos aquellos vinilos de gente como Deathrow, Destruction, Tankard, Violence, Forbidden?
El asunto es conocido por todos los que llevamos en esto del metal un tiempo: el thrash metal nació a principios de los ochenta, como una derivación del heavy metal británico en una época en que el heavy estadounidense no tenía nada que aportar, comido como estaba por la moda de las bandas mastodónticas de AOR y hard rock esclerotizado: gentes como Van Halen, Kiss, Ted Nugent, Journey o Kansas eran las que marcaban la pauta de lo que se hacía en América al empezar la década de los ochenta. El thrash metal, ya se ha dicho en muchas partes, devuelve la música a la calle; desde 1983 a 1898 miles de bandas se apuntan al carro y la cosa se convierte en una moda, que llega a extremos de paroxismo impensable cuando Metallica publican, en 1991, “Black Album”, uno de los discos de rock más vendidos de la historia y su primer redondo que se apartaba del todo del viejo sonido thrash. Al año siguiente, 1992, del trhash metal no quedaban nada más que las cenizas; de todos aquellos miles de formaciones surgidas a ambos lados el Atlántico, apenas sobrevivían una docena. Grupos como Destruction en Alemania o Death Angel en Estados Unidos, que habían tenido una masa de seguidores detrás, fueron a la porra. Y son sólo ejemplos, se pueden citar docenas y docenas de grupos que, habiendo alcanzado cierto estatus en los ochenta, desaparecieron sin dejar rastro.
Normalmente, se tiende a buscar una explicación sencilla: en noviembre de 1991 se publica “Nevermind” de Nirvana, y pocos meses después, a comienzos de 1992, llega al número uno en Estados Unidos desbancando a Michael Jackson, algo impensable para un grupo que había nacido (digan lo que digan) con espíritu de banda punk, al menos en su debut “Bleach”. El éxito de Nirvana marca el nacimiento de la moda grunge, y tras ella la del rock alternativo, grupos que hasta unos meses antes no se comían nada empiezan a llenar estadios y copar las listas de éxito: Smashing Pumpkins, Rage Agains The Machine, Downset, Pearl Jam, Alice In Chains, Soundgarden, Stone Temple Pilots, Bush, Terrorvision y muchos más hacia el año 95 habían marcado su terreno y no sólo eso, sino que habían sentenciado a muerte a los grupos de éxito de los años ochenta: las primeras víctimas fueron las bandas de sleaze, glam metal y hair metal: bandas como Motley Crue, Poison, Cinderella, Bang Tango, Love/hate, Twisted Sister... tienen que resignarse a desaparecer o tocar en locales de doscientos espectadores.
Esa es la explicación que se ha dado para la muerte del thrash metal: el grunge y el rock alternativo acabaron con él. Sin embargo, la explicación, a mi modo de ver, no es tan sencilla. El death metal había nacido como fenómeno de masas subterráneo poco después, también hubo miles de bandas de death metal, y sin embargo nunca hubo una caída en picado del género (a pesar, eso sí, de que en la segunda mitad de los noventa quedara desplazado por el black metal; en todo caso no es un fenómeno comparable a la extinción del thrash, y aunque lo fuera, en todo caso el death fue desplazado por un estilo también extremo y anticomercial).
Mi opinión, y sobre esto me gustaría preguntar a los foreros, es que el thrash metal se extinguió por culpa de la avaricia de las casas discográficas, que ficharon (las multinacionales) a grupos como Slayer, Anthrax y Megadeth, y quisieron hacerse ricas metiendo a gente que no tenía mucho que ver con el tema. El caso de Meliah Rage lo ejemplifica: un grupo de heavy metal cañero que nunca fue trhash y que sin embargo nos lo quisieron vender como tal los de CBS. Muchos casos como este, la explotación de las “majors”, y , sí, también el fenómeno grunge, se aliaron para acabar con el movimiento. Se puede añadir a ello la propia limitación del género, algo de lo que los grupos eran conscientes, si bien se piensa, porque hoy en día, una banda como Exodus, que lleva tres discos en Nuclear Blast desde su reunión, tres discos excelentes, sobre todo “Shoved Headed Kill Machine”, no practican thrash metal en sentido estricto.
El tema es interesante, más hoy día que tanto se habla de Internet como factor clave para la “muerte de la música”. En principios de los noventa no había intercambios de ordenador a ordenador, y sin embargo todo un fenómeno musical con millones de seguidores y miles de bandas practicándolo desapareció casi sin dejar rastro hasta que, hace poco, algunos grupos han vuelto a ejercitarlo, con los debidos cambios propiciados por el paso del tiempo, la evolución de la sociedad y, sobre todo, el progreso de las tecnologías.
De todos modos, ¿quién no echa de menos aquellos vinilos de gente como Deathrow, Destruction, Tankard, Violence, Forbidden?
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