(04/04/2009) BEC! (Barakaldo)
4 de Abril. La fecha más coloreada del calendario musical bilbaíno ya estaba aquí. Atrás quedaban las amargas colas y costosas peripecias para agenciarse una de las valiosas entradas; el tren de AC/DC llegaba a la estación de Bilbao.
El ambiente de cita grande se comenzó a respirar incluso desde primeras horas de la mañana. Paulatinamente la heterogénea marabunta se fue adueñando de los aledaños del Bilbao Exhibition Centre; desde apresurados adolescentes estratégicamente situados aguardando la apertura de puertas, hasta familias al completo, pasando por los viejos rockeros cerveza en mano. Agrade o no, AC/DC rompe todas las fronteras y convierte su espectáculo de Rock en un show universal apto para todos los públicos.
Mención especial merece la excelente organización que un evento de esta magnitud requiere pero que lamentablemente en ocasiones carece. Excelentes accesos, impolutas instalaciones gracias a los activos servicios de limpieza, escrupuloso cumplimiento del horario, abundante personal de seguridad, espaciosa área para el merchandising, precios relativamente terrenales de comida/bebida, acomodadores en las gradas y personal sanitario/auxiliar por doquier. Mover a 18.000 personas nunca es sencillo, así que mis felicitaciones a quien corresponda.
Una vez dentro del BEC y centrándonos en el aspecto puramente musical, los norirlandeses The Answer fueron los encargados de amenizar la espera. Oportunidad única para una banda emergente, avalada por dos buenos discos de Hard Rock clásico con pinceladas blueseras, que durante la gira mundial podrían mostrar a miles de personas su obra. Pero de poco sirve darte a conocer delante de medio mundo si las condiciones no cumplen unos mínimos. Espeluznante bola de sonido que incluso a los conocedores de sus temas nos resultaba complicado distinguir. La saturada guitarra de Paul Mahon se comía el hilito de voz de Cormac Nelson y aunque en los últimos temas mejoró, ni la potencia ni la nitidez lograron al aprobado. Sinceramente no merece la pena extenderse más que para destacar las ganas de la banda.
Pero los focos aquella noche ya tenían dueños. Una animación acedeciana 100% -macarra, pervertida y pecadora- mostrada en las pantallas del pabellón avisó de la llegada del estrellado Tren del Rock&Roll que emergió del fondo del escenario en forma de locomotora gigante. Explosiones, humo, luces y AC/DC. Con menos de un año de vida, 'Rock&Roll Train' ya es un clásico. Delirio absoluto. Inicio sacado del primer capítulo del manual “Cómo meterte al público en el bolsillo con un riff”. Y es que ese nosequé que consigue que tengas que mover la cabeza ante cada tema, forma parte de su idiosincrasia. Eso es AC/DC. Eso es Rock&Roll. Y lo supieron trasladar a la perfección al escenario baracaldés.
El tiempo dejó de tener sentido al creernos participes de las legendarias estampas pertenecientes a los videos con las que muchos hemos crecido, como en la rotundamente inmortal 'Hell Ain't a Bad Place to Be' –una de mis favoritas que cada vez que la escucho me sigo acordando de Bon Scott- o 'Back In Black'. Pero una vez superada la emoción inicial tengo que ser franco. El sonido, al menos desde mi atrasada posición, no fue todo lo bueno que personalmente esperaba. Flojo es la palabra. La sexagenaria voz de Brian Johnson se perdía por momentos en las guitarras de los hermanos Young, y aunque parezca contradictorio, los temas no sonaban del todo potentes y eléctricos. Y no, no soy ningún sibarita que se acercó a ver a AC/DC esperando el sumun de la limpieza en los solos de Angus o la perfección vocal Brian Johnson, pero el sonido empañó lo que pudo ser una actuación memorable.
En cualquier caso tengo que reconocer que me lo pasé en grande. Y es que es complicado no enloquecer cuando siguen cayendo perennes clasicazos como 'Dirty Deeds Done Dirt Cheap' o la excepcional 'Shot Down in Flames'. Por no hablar de ‘Thunderstruck’, con cámara subterránea incluida que siguió los pasos de Angus como en el exitoso videoclip tras los ya míticos “Thunder, Thunder, Thunder” del público.
Las voces críticas que acusaban a AC/DC de vivir del pasado deberán dejarlo para otra ocasión, porque con Black Ice continuaron desgranando su última obra. Y es que no hay demasiadas bandas con más de 30 años a las espaldas que se marquen cinco cortes nuevos, con los dolorosos sacrificios que esto conlleva. Afortunadamente no se cayó una de las canciones más vacilonas y chulescas de su discografía: The Jack. Muestra de las raíces blueseras que desemboca en el show de Angus, el clásico striptease que como simple curiosidad, en vez de acabar en calzoncillos patrióticos, estaban adornados con el logotipo de la banda.
Sin llegar a cotas de excelencia el sonido mejoró con los minutos para continuar con 'Hell Bells' –campana incluida-, 'Shot a Thrill', las nuevas 'War Machine'-'Anything goes', la festiva 'You Shook me all night long', la ígnea 'TNT'… en realidad da igual, son AC/DC y podrían tocar un set list diferente cada noche que pocos se quejarían. Lo que el público realmente reclama es ver al afable Brian Johnson ataviado con su gorra, el motor en la sombra que es Malcom Young, la sobria base rítmica o el incansable Angus vestido de colegial.
Otro de los momentos álgidos de la noche llegó con la enorme –y obscena- muñeca hinchable, atrezzo para la siempre intensa 'Whole Lotta Rosie', que se elevó por encima de la locomotora. Brian se desgañitó y la banda introdujo todos los amperios restantes mostrando la cara de AC/DC que más me atrae. 'Let There Be Rock', con un eterno y ruidoso solo de Angus, falto de minuciosa técnica pero repleto de actitud, ganas y sudor, puso en pie a todo el pabellón. El primer plano de Angus haciendo los cuernos en pantalla lo describe todo. Auténtico icono del ROCK.
Los centenares de cuernos –de venta en los stands de merchandising por 10€- iluminaron peculiarmente las gradas hasta que el archiconocido riff de 'Highway to Hell' revolucionó nuevamente el BEC, para enlazar con los clásicos cañonazos de 'For Those About To Rock' que pusieron broche final a 2 horas de actuación.
Resumiendo, AC/DC son historia viva del Rock y las dudas sobre el estado de la banda quedaron absolutamente disipadas. El sonido impidió que esté hablando de un concierto memorable pero lo cierto es que pasé un buen rato. No parecen personas; son personajes, iconos que siempre han estado ahí pero que tristemente algún día se irán. Y ese día, lo lamentaremos y nos daremos cuenta de lo que noches como la que os he relatado representan.
El ambiente de cita grande se comenzó a respirar incluso desde primeras horas de la mañana. Paulatinamente la heterogénea marabunta se fue adueñando de los aledaños del Bilbao Exhibition Centre; desde apresurados adolescentes estratégicamente situados aguardando la apertura de puertas, hasta familias al completo, pasando por los viejos rockeros cerveza en mano. Agrade o no, AC/DC rompe todas las fronteras y convierte su espectáculo de Rock en un show universal apto para todos los públicos.
Mención especial merece la excelente organización que un evento de esta magnitud requiere pero que lamentablemente en ocasiones carece. Excelentes accesos, impolutas instalaciones gracias a los activos servicios de limpieza, escrupuloso cumplimiento del horario, abundante personal de seguridad, espaciosa área para el merchandising, precios relativamente terrenales de comida/bebida, acomodadores en las gradas y personal sanitario/auxiliar por doquier. Mover a 18.000 personas nunca es sencillo, así que mis felicitaciones a quien corresponda.
Una vez dentro del BEC y centrándonos en el aspecto puramente musical, los norirlandeses The Answer fueron los encargados de amenizar la espera. Oportunidad única para una banda emergente, avalada por dos buenos discos de Hard Rock clásico con pinceladas blueseras, que durante la gira mundial podrían mostrar a miles de personas su obra. Pero de poco sirve darte a conocer delante de medio mundo si las condiciones no cumplen unos mínimos. Espeluznante bola de sonido que incluso a los conocedores de sus temas nos resultaba complicado distinguir. La saturada guitarra de Paul Mahon se comía el hilito de voz de Cormac Nelson y aunque en los últimos temas mejoró, ni la potencia ni la nitidez lograron al aprobado. Sinceramente no merece la pena extenderse más que para destacar las ganas de la banda.
Pero los focos aquella noche ya tenían dueños. Una animación acedeciana 100% -macarra, pervertida y pecadora- mostrada en las pantallas del pabellón avisó de la llegada del estrellado Tren del Rock&Roll que emergió del fondo del escenario en forma de locomotora gigante. Explosiones, humo, luces y AC/DC. Con menos de un año de vida, 'Rock&Roll Train' ya es un clásico. Delirio absoluto. Inicio sacado del primer capítulo del manual “Cómo meterte al público en el bolsillo con un riff”. Y es que ese nosequé que consigue que tengas que mover la cabeza ante cada tema, forma parte de su idiosincrasia. Eso es AC/DC. Eso es Rock&Roll. Y lo supieron trasladar a la perfección al escenario baracaldés.
El tiempo dejó de tener sentido al creernos participes de las legendarias estampas pertenecientes a los videos con las que muchos hemos crecido, como en la rotundamente inmortal 'Hell Ain't a Bad Place to Be' –una de mis favoritas que cada vez que la escucho me sigo acordando de Bon Scott- o 'Back In Black'. Pero una vez superada la emoción inicial tengo que ser franco. El sonido, al menos desde mi atrasada posición, no fue todo lo bueno que personalmente esperaba. Flojo es la palabra. La sexagenaria voz de Brian Johnson se perdía por momentos en las guitarras de los hermanos Young, y aunque parezca contradictorio, los temas no sonaban del todo potentes y eléctricos. Y no, no soy ningún sibarita que se acercó a ver a AC/DC esperando el sumun de la limpieza en los solos de Angus o la perfección vocal Brian Johnson, pero el sonido empañó lo que pudo ser una actuación memorable.
En cualquier caso tengo que reconocer que me lo pasé en grande. Y es que es complicado no enloquecer cuando siguen cayendo perennes clasicazos como 'Dirty Deeds Done Dirt Cheap' o la excepcional 'Shot Down in Flames'. Por no hablar de ‘Thunderstruck’, con cámara subterránea incluida que siguió los pasos de Angus como en el exitoso videoclip tras los ya míticos “Thunder, Thunder, Thunder” del público.
Las voces críticas que acusaban a AC/DC de vivir del pasado deberán dejarlo para otra ocasión, porque con Black Ice continuaron desgranando su última obra. Y es que no hay demasiadas bandas con más de 30 años a las espaldas que se marquen cinco cortes nuevos, con los dolorosos sacrificios que esto conlleva. Afortunadamente no se cayó una de las canciones más vacilonas y chulescas de su discografía: The Jack. Muestra de las raíces blueseras que desemboca en el show de Angus, el clásico striptease que como simple curiosidad, en vez de acabar en calzoncillos patrióticos, estaban adornados con el logotipo de la banda.
Sin llegar a cotas de excelencia el sonido mejoró con los minutos para continuar con 'Hell Bells' –campana incluida-, 'Shot a Thrill', las nuevas 'War Machine'-'Anything goes', la festiva 'You Shook me all night long', la ígnea 'TNT'… en realidad da igual, son AC/DC y podrían tocar un set list diferente cada noche que pocos se quejarían. Lo que el público realmente reclama es ver al afable Brian Johnson ataviado con su gorra, el motor en la sombra que es Malcom Young, la sobria base rítmica o el incansable Angus vestido de colegial.
Otro de los momentos álgidos de la noche llegó con la enorme –y obscena- muñeca hinchable, atrezzo para la siempre intensa 'Whole Lotta Rosie', que se elevó por encima de la locomotora. Brian se desgañitó y la banda introdujo todos los amperios restantes mostrando la cara de AC/DC que más me atrae. 'Let There Be Rock', con un eterno y ruidoso solo de Angus, falto de minuciosa técnica pero repleto de actitud, ganas y sudor, puso en pie a todo el pabellón. El primer plano de Angus haciendo los cuernos en pantalla lo describe todo. Auténtico icono del ROCK.
Los centenares de cuernos –de venta en los stands de merchandising por 10€- iluminaron peculiarmente las gradas hasta que el archiconocido riff de 'Highway to Hell' revolucionó nuevamente el BEC, para enlazar con los clásicos cañonazos de 'For Those About To Rock' que pusieron broche final a 2 horas de actuación.
Resumiendo, AC/DC son historia viva del Rock y las dudas sobre el estado de la banda quedaron absolutamente disipadas. El sonido impidió que esté hablando de un concierto memorable pero lo cierto es que pasé un buen rato. No parecen personas; son personajes, iconos que siempre han estado ahí pero que tristemente algún día se irán. Y ese día, lo lamentaremos y nos daremos cuenta de lo que noches como la que os he relatado representan.
Autor: Bilboker
Fotos: Jazmín Choucair (concierto de Madrid) + Heryndae
SET LIST AC/DC
1) Rock n Roll Train
2) Hell Ain't a Bad Place to Be
3) Back in Black
4) Big Jack
5) Dirty Deeds Done Dirt Cheap
6) Shot Down in Flames
7) Thunderstruck
8 ) Black Ice
9) The Jack
10) Hells Bells
11) Shoot to Thrill
12) War Machine
13) Anything Goes
14) You Shook Me All Night Long
15) TNT
16) Whole Lotta Rosie
17) Let There Be Rock
18 ) Highway to Hell
19) For Those About to Rock
1) Rock n Roll Train
2) Hell Ain't a Bad Place to Be
3) Back in Black
4) Big Jack
5) Dirty Deeds Done Dirt Cheap
6) Shot Down in Flames
7) Thunderstruck
8 ) Black Ice
9) The Jack
10) Hells Bells
11) Shoot to Thrill
12) War Machine
13) Anything Goes
14) You Shook Me All Night Long
15) TNT
16) Whole Lotta Rosie
17) Let There Be Rock
18 ) Highway to Hell
19) For Those About to Rock
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