NIVA - MAGNITUDE
50/100
Discográfica: AOR Heaven
Estilo: Rock Melódico
Productores: Marcus Persson y Tony Niva
Formación:
Tony Niva - Cantante
Roger Ljunggren - Guitarras
Marcus Persson - Teclados, Coros
Jan Stål - Bajo
Tomas Persic - Batería
Track List:
01. Never Too Late
02. Perfect Life
03. My First And Only One
04. Just Another Heartache
05. In A Misty Light
06. Always Somewhere
07. Let It Shine
08. Spanish Lullaby
09. Do It Again
10. Never Say Goodbye
11. Feel So Alone
Tercera entrega del voceras sueco con el grupo que lleva su apellido (con otros nombres y gentes ha editado cantidad de trabajos) lleno de rock melódico sin riesgo.
Para esta ocasión ha vuelto a contar con sus dos compañeros de aventuras en otros proyectos y que no son otros que Roger Ljunggren (guitarras) y Marcus Persson (teclados) contando con ellos para la grabación y la composición de los temas que forman el disco, los otros dos deben ser músicos de estudio por que ni les han hecho fotos para la promoción, y casi mejor, porque hay que ver que poses se gastan los tres mencionados.
De la escucha de los temas y la lectura de los títulos se desprende un optimismo desaforado, un “Hay que tirar palante” y perseguir los sueños que cada uno tenga. Bonitas intenciones y mensajes que al igual que la música que los envuelve, busca lo fácil tanto en la escucha como en el análisis y huye de cualquier atisbo de malicia, profundidad y como veremos, originalidad.
No había oído cantar nunca a este tipo y la verdad que cuenta con una voz portentosa, tanto por potencia como por rango de tonos, recordando a veces al cantante de TNT, su tocayo Tony Harnell, siendo esa voz la gran dominadora en las canciones y prácticamente, lo único destacable para bien.
El sonido es el habitual en este tipo de lanzamientos que buscan la opulencia y el efectismo de las grabaciones de los 80 y que peca, como casi siempre, de artificialidad, dominado por los grandilocuentes teclados y arreglos vocales y rematado por unas guitarras potentes, llenos todos ellos de reverberaciones tipo catedral y una batería que suena como tantas otras.
Da la impresión que los parámetros en los que se mueven los que hacen las grabaciones y mezclas (un clon de Dennis Ward o Erik Mastersson) siempre son los mismos y muchas veces (no todas, por suerte) tanto en producciones de Aor Heaven como de Frontiers, impera un estereotipo de sonido del cual parece que no se debe salir si se quiere gustar o vender, y por ello a nivel de sonido, la impersonalidad campa a sus anchas en "Magnitude"; suena potente, sí, pero también impersonal.
Las composiciones, melodías y demás, es pues, donde debemos buscar la personalidad de este "Magnitude" y aquí tampoco es que se hayan arriesgado mucho, más bien al contrario, pues las canciones son prototípicas y uno no puede evitar pensar “Esto ya lo he escuchado antes, no recuerdo si en The Magnificent, Bad Habit, Khymera o Place Vendome...”, si bien estos otros cuentan con buenas y al menos, variadas canciones en cuanto a melodías y estructuras.
El disco se inicia con “Never too late” (un título utilizado “cienes” de veces), trufada de poderosas guitarras con muy prometedoras y frescas estrofas pero un estribillo oído hasta la saciedad. Mejorable, aún siendo la "mejor" canción del disco.
Seguimos con “Perfect life” en la que al contrario que la anterior, siquiera las estrofas tienen enjundia alguna y recuerdan a los magníficos pero al 50% de rendimiento.
“My first and only one” sigue por la vía del empalague y al igual que la primera, las estrofas tienen mucha “chicha”, que se va por el retrete por culpa del manido estribillo.
“Just another heartache” no evita el tedio y solo destaca por la exhibición de Tony Niva subiendo a unos tonos imposibles. Para olvidar.
La inevitable balada se titula “In a misty light” …es un copia/pega en melodía y estructura (como tantas otras lo han sido antes) de “Never say good bye” de nuestro antaño querido Bon Jovi y como os podéis imaginar, solo la he soportado una vez… Next.
Con “Always somewhere” vuelve a ocurrir como con la primera y tercera canciones, a unas estrofas poderosas con un Tony Niva dejándose la piel, le sucede una parada que encara un estribillo vulgar hasta decir basta… que pena, de verdad.
¿Será “Let it shine” la primera que brille? ...pues estando algo más compensada que las otras, no acaba de redondear y salvo por el pésimo punteo (que es un clon de los de las demás canciones) podía pasar por alguna canción de relleno o bonus japonés en el disco de The Magnificent.
La sensación de cacofonía se hace casi insoportable cuando llegamos al estribillo de “Spanish lullaby” que, aunque por suerte no es una nana (ya tuvimos bastante con las 6 incluidas en el último disco del genio de New jersey) ejerce como tal provocando sopor. Las estrofas siguen prometiendo, pero después, “ná”.
Deseando estoy de que se acabe este despropósito cuando suena “Do it again”, y a pesar del título, curiosamente, no lo hacen de nuevo, pues aunque repiten la parada antes del estribillo, es algo más vivaz en su tempo y sólo por eso destaca, aunque no es nada del otro mundo.
“Never say goodbye” (que originales) es exactamente igual a las demás; estrofas bastante prometedoras, parada y estribillo vulgar y repetido hasta la saciedad a lo largo del disco. No me puedo creer que en todo el disco no haya un solo tema pleno o completo y sin taras. Me dan ganas de quitarles la guitarra y hacer yo el punteo… que poca sangre, ¡Redios!.
La guinda (más bien es una canica de hierro pintada de granate) a este prescindible disco, la pone la segunda balada titulada “Feel so alone” que no resiste el menor análisis y deja por buena a la primera, por lo que no me extenderé más.
En resumen:
Producción prototípica dentro de este género, grandísima voz (que es la responsable de que no suspendan, aunque me quedo con las ganas), pomposos y potentes arreglos de guitarras rítmicas y teclas, vulgares canciones con estructuras idénticas, punteos clonados de dudoso gusto… y ni una canción con calidad suficiente para meterla en una de esas recopilaciones que suelo hacer para oír en el coche; tal vez “Never too late” entraría, pero con calzador.
Sin riesgo, sin originalidad y sin calidad compositiva, el resultado no puede ser otro que un disco del montón, aburrido y tedioso que seguro que no es lo que pretendían, pero es lo que han logrado por ir a lo seguro sin buenas canciones.
Como rezaba el título de un disco viejuno de los Molly Hatchet: “No Guts, No Glory”, y sin lo primero es difícil que haya lo segundo. En este disco, así queda demostrado.
Pero si después de escucharlo, os gusta o parece bueno, yo me callo...
Para esta ocasión ha vuelto a contar con sus dos compañeros de aventuras en otros proyectos y que no son otros que Roger Ljunggren (guitarras) y Marcus Persson (teclados) contando con ellos para la grabación y la composición de los temas que forman el disco, los otros dos deben ser músicos de estudio por que ni les han hecho fotos para la promoción, y casi mejor, porque hay que ver que poses se gastan los tres mencionados.
De la escucha de los temas y la lectura de los títulos se desprende un optimismo desaforado, un “Hay que tirar palante” y perseguir los sueños que cada uno tenga. Bonitas intenciones y mensajes que al igual que la música que los envuelve, busca lo fácil tanto en la escucha como en el análisis y huye de cualquier atisbo de malicia, profundidad y como veremos, originalidad.
No había oído cantar nunca a este tipo y la verdad que cuenta con una voz portentosa, tanto por potencia como por rango de tonos, recordando a veces al cantante de TNT, su tocayo Tony Harnell, siendo esa voz la gran dominadora en las canciones y prácticamente, lo único destacable para bien.
El sonido es el habitual en este tipo de lanzamientos que buscan la opulencia y el efectismo de las grabaciones de los 80 y que peca, como casi siempre, de artificialidad, dominado por los grandilocuentes teclados y arreglos vocales y rematado por unas guitarras potentes, llenos todos ellos de reverberaciones tipo catedral y una batería que suena como tantas otras.
Da la impresión que los parámetros en los que se mueven los que hacen las grabaciones y mezclas (un clon de Dennis Ward o Erik Mastersson) siempre son los mismos y muchas veces (no todas, por suerte) tanto en producciones de Aor Heaven como de Frontiers, impera un estereotipo de sonido del cual parece que no se debe salir si se quiere gustar o vender, y por ello a nivel de sonido, la impersonalidad campa a sus anchas en "Magnitude"; suena potente, sí, pero también impersonal.
Las composiciones, melodías y demás, es pues, donde debemos buscar la personalidad de este "Magnitude" y aquí tampoco es que se hayan arriesgado mucho, más bien al contrario, pues las canciones son prototípicas y uno no puede evitar pensar “Esto ya lo he escuchado antes, no recuerdo si en The Magnificent, Bad Habit, Khymera o Place Vendome...”, si bien estos otros cuentan con buenas y al menos, variadas canciones en cuanto a melodías y estructuras.
El disco se inicia con “Never too late” (un título utilizado “cienes” de veces), trufada de poderosas guitarras con muy prometedoras y frescas estrofas pero un estribillo oído hasta la saciedad. Mejorable, aún siendo la "mejor" canción del disco.
Seguimos con “Perfect life” en la que al contrario que la anterior, siquiera las estrofas tienen enjundia alguna y recuerdan a los magníficos pero al 50% de rendimiento.
“My first and only one” sigue por la vía del empalague y al igual que la primera, las estrofas tienen mucha “chicha”, que se va por el retrete por culpa del manido estribillo.
“Just another heartache” no evita el tedio y solo destaca por la exhibición de Tony Niva subiendo a unos tonos imposibles. Para olvidar.
La inevitable balada se titula “In a misty light” …es un copia/pega en melodía y estructura (como tantas otras lo han sido antes) de “Never say good bye” de nuestro antaño querido Bon Jovi y como os podéis imaginar, solo la he soportado una vez… Next.
Con “Always somewhere” vuelve a ocurrir como con la primera y tercera canciones, a unas estrofas poderosas con un Tony Niva dejándose la piel, le sucede una parada que encara un estribillo vulgar hasta decir basta… que pena, de verdad.
¿Será “Let it shine” la primera que brille? ...pues estando algo más compensada que las otras, no acaba de redondear y salvo por el pésimo punteo (que es un clon de los de las demás canciones) podía pasar por alguna canción de relleno o bonus japonés en el disco de The Magnificent.
La sensación de cacofonía se hace casi insoportable cuando llegamos al estribillo de “Spanish lullaby” que, aunque por suerte no es una nana (ya tuvimos bastante con las 6 incluidas en el último disco del genio de New jersey) ejerce como tal provocando sopor. Las estrofas siguen prometiendo, pero después, “ná”.
Deseando estoy de que se acabe este despropósito cuando suena “Do it again”, y a pesar del título, curiosamente, no lo hacen de nuevo, pues aunque repiten la parada antes del estribillo, es algo más vivaz en su tempo y sólo por eso destaca, aunque no es nada del otro mundo.
“Never say goodbye” (que originales) es exactamente igual a las demás; estrofas bastante prometedoras, parada y estribillo vulgar y repetido hasta la saciedad a lo largo del disco. No me puedo creer que en todo el disco no haya un solo tema pleno o completo y sin taras. Me dan ganas de quitarles la guitarra y hacer yo el punteo… que poca sangre, ¡Redios!.
La guinda (más bien es una canica de hierro pintada de granate) a este prescindible disco, la pone la segunda balada titulada “Feel so alone” que no resiste el menor análisis y deja por buena a la primera, por lo que no me extenderé más.
En resumen:
Producción prototípica dentro de este género, grandísima voz (que es la responsable de que no suspendan, aunque me quedo con las ganas), pomposos y potentes arreglos de guitarras rítmicas y teclas, vulgares canciones con estructuras idénticas, punteos clonados de dudoso gusto… y ni una canción con calidad suficiente para meterla en una de esas recopilaciones que suelo hacer para oír en el coche; tal vez “Never too late” entraría, pero con calzador.
Sin riesgo, sin originalidad y sin calidad compositiva, el resultado no puede ser otro que un disco del montón, aburrido y tedioso que seguro que no es lo que pretendían, pero es lo que han logrado por ir a lo seguro sin buenas canciones.
Como rezaba el título de un disco viejuno de los Molly Hatchet: “No Guts, No Glory”, y sin lo primero es difícil que haya lo segundo. En este disco, así queda demostrado.
Pero si después de escucharlo, os gusta o parece bueno, yo me callo...
AUTOR: Oscar L. González (Mendo)
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