GÜRU - WHITE
84/100
DISCOGRÁFICA: GÜRU MUSIC
ESTILO: HARD ROCK/HARD ROCK MELÓDICO
PRODUCTOR: DAVID PALAU
FORMACIÓN:
DAVID PALAU: GUITARRAS, TECLADOS Y VOCES
DAGAROD: CANTANTE
TONI MATEOS: BATERÍA
JORDI VERICAT: BAJO
TRACKLIST:
WHITE
STRAIGHT TO YOUR HEART
IT’S ALL DIFFERENT NOW
IF YOU GO
IN MY LIFE
BREAK THE SPELL
WON’T B 2GETHER
ANGRY SONG
MY ROCKER ASS
RAY OF LIGHT
THE VOICE INSIDE
DON’T GIVE A DAMN
Bendita música sin futuro, pasada de moda. Aquella que fue gloriosa en algún momento del pasado y que ya no importa a casi nadie. La que empuja a algunos aficionados deslumbrados por ella a ser músicos, la que envenena irremisiblemente su sangre, y una vez que han aprendido lo necesario, con buen gusto y la imprescindible exigencia, devuelven al aire esos sonidos inspirados en sus referentes sin tomárselo como un juego, ni como un “voy a sonar a lo…”, creando algo que sin serlo, suena a nuevo y original. Es lo que llaman clásicos.
Así me parece que es White, el segundo trabajo de la banda española Güru, liderada por el extraordinario guitarrista David Palau. Un disco en realidad bastante más “white” que el anterior. La portada, exactamente igual que la de su álbum previo pero en blanco, anuncia la frescura y la actitud de la banda, más vitalista, con un resultado menos sesudo que el anterior, y sin embargo de un nivel muy exigente.
El disco suena de escándalo, porque además de una excelente producción se adivina la sabiduría y el cuidado de quien ha escuchado durante su formación a los clásicos del rock, con esas producciones que tanto echamos de menos. El sonido de la batería es fantástico, los teclados suenan cristalinos, nada satura, todo se percibe, nada está comprimido, todo tiene cuerpo y fuerza (chúpate esa, Frontiers). Y es aquí cuando uno se da cuenta de lo mal acostumbrado que está y con lo que nos conformamos habitualmente (y gracias).
Del contenido sólo se pueden reseñar virtudes. El tema de presentación ya lo dice todo. Ese “White” es brutal, elegante, potente, virtuoso, original, inmediato, comercial, y con un luminoso solo de guitarra a lo Steve Vai, quien se aparece en alguna otra ocasión a lo largo del álbum, lo mismo que Van Halen (“Ray of light”) y algún otro.
Un ejemplo de lo que comentaba en el primer párrafo es “Straight to your heart”: uno escucha ese comienzo de teclados y piensa que estamos ante una revisión de los clásicos de los 80, pero se encuentra disfrutando de un increíble tema excelentemente interpretado, con un cantante que tiene la clase y el descaro de todo un David Lee Roth, algo de lo que da pruebas en la contagiosa y divertida (y eso que habla de una deseada ruptura) “Break the Spell”, por poner un ejemplo (otra canción con un solo de guitarra brillante). Precisamente Dagarod es una de las grandes bazas de White: un timbre de voz perfecto para cantar rock (para los curiosos, fue el cantante de aquellos Is Pain que grabaron su disco 1999) y un desparpajo y actitud muy necesarios.
La muy Toto “It’s all different now” es de sobresaliente. Posee un soberbio solo de guitarra lleno de imaginación y un estribillo que en la parte final es contagiosamente vibrante.
He nombrado varias veces los solo de David Palau, y es porque hacía mucho que no disfrutaba tanto de las guitarras solistas en un disco.
Pero un guitarrista tan sabio y brillante no basta para un disco de este tipo. La base rítmica es magnífica: el rotundo trabajo de Toni Mateos a la batería (hipnótico en “In my life”) y de Jordi Vericat al bajo suponen un seguro a todo riesgo sobre el que se puede hacer cualquier cosa. Y los teclados, deslumbrantes en cada canción, son también obra de la talentosa imaginación de David Palau.
También hay sitio para la épica a lo Yngwie J. Malmsteen (época respetable, claro) / Rainbow en “Won’t B 2gether”, con otro solo antológico de los que se quedan casi inmediatamente en la memoria y un estribillo hiperclásico.
¿Y qué tal un poco de Night Ranger? Ahí anda “Angry song”. Otro solazo con aires Vai.
Si hay un punto débil en el álbum, a mi juicio ése serían las baladas, algo caducas aunque agradables y muy bien hechas y con una atractiva sección rítmica.
Y si el disco termina con un hard rock melódico/AOR de la categoría de “I don’t give a damn”, no hay más remedio que felicitar a la banda por haber hecho un trabajo tan digno, brillante, elegante, rico en matices e inteligente. Más que eso, hay que darles las gracias por respetarnos y elevar la exigencia de sus creaciones (y la producción de las mismas) para que disfrutemos de un trabajo de tanta calidad que dignifica el género, y con ello, a los que disfrutan con él.
Así me parece que es White, el segundo trabajo de la banda española Güru, liderada por el extraordinario guitarrista David Palau. Un disco en realidad bastante más “white” que el anterior. La portada, exactamente igual que la de su álbum previo pero en blanco, anuncia la frescura y la actitud de la banda, más vitalista, con un resultado menos sesudo que el anterior, y sin embargo de un nivel muy exigente.
El disco suena de escándalo, porque además de una excelente producción se adivina la sabiduría y el cuidado de quien ha escuchado durante su formación a los clásicos del rock, con esas producciones que tanto echamos de menos. El sonido de la batería es fantástico, los teclados suenan cristalinos, nada satura, todo se percibe, nada está comprimido, todo tiene cuerpo y fuerza (chúpate esa, Frontiers). Y es aquí cuando uno se da cuenta de lo mal acostumbrado que está y con lo que nos conformamos habitualmente (y gracias).
Del contenido sólo se pueden reseñar virtudes. El tema de presentación ya lo dice todo. Ese “White” es brutal, elegante, potente, virtuoso, original, inmediato, comercial, y con un luminoso solo de guitarra a lo Steve Vai, quien se aparece en alguna otra ocasión a lo largo del álbum, lo mismo que Van Halen (“Ray of light”) y algún otro.
Un ejemplo de lo que comentaba en el primer párrafo es “Straight to your heart”: uno escucha ese comienzo de teclados y piensa que estamos ante una revisión de los clásicos de los 80, pero se encuentra disfrutando de un increíble tema excelentemente interpretado, con un cantante que tiene la clase y el descaro de todo un David Lee Roth, algo de lo que da pruebas en la contagiosa y divertida (y eso que habla de una deseada ruptura) “Break the Spell”, por poner un ejemplo (otra canción con un solo de guitarra brillante). Precisamente Dagarod es una de las grandes bazas de White: un timbre de voz perfecto para cantar rock (para los curiosos, fue el cantante de aquellos Is Pain que grabaron su disco 1999) y un desparpajo y actitud muy necesarios.
La muy Toto “It’s all different now” es de sobresaliente. Posee un soberbio solo de guitarra lleno de imaginación y un estribillo que en la parte final es contagiosamente vibrante.
He nombrado varias veces los solo de David Palau, y es porque hacía mucho que no disfrutaba tanto de las guitarras solistas en un disco.
Pero un guitarrista tan sabio y brillante no basta para un disco de este tipo. La base rítmica es magnífica: el rotundo trabajo de Toni Mateos a la batería (hipnótico en “In my life”) y de Jordi Vericat al bajo suponen un seguro a todo riesgo sobre el que se puede hacer cualquier cosa. Y los teclados, deslumbrantes en cada canción, son también obra de la talentosa imaginación de David Palau.
También hay sitio para la épica a lo Yngwie J. Malmsteen (época respetable, claro) / Rainbow en “Won’t B 2gether”, con otro solo antológico de los que se quedan casi inmediatamente en la memoria y un estribillo hiperclásico.
¿Y qué tal un poco de Night Ranger? Ahí anda “Angry song”. Otro solazo con aires Vai.
Si hay un punto débil en el álbum, a mi juicio ése serían las baladas, algo caducas aunque agradables y muy bien hechas y con una atractiva sección rítmica.
Y si el disco termina con un hard rock melódico/AOR de la categoría de “I don’t give a damn”, no hay más remedio que felicitar a la banda por haber hecho un trabajo tan digno, brillante, elegante, rico en matices e inteligente. Más que eso, hay que darles las gracias por respetarnos y elevar la exigencia de sus creaciones (y la producción de las mismas) para que disfrutemos de un trabajo de tanta calidad que dignifica el género, y con ello, a los que disfrutan con él.
AUTOR: Joserra
