RADIOACTIVE - F4UR
84/100
DISCOGRÁFICA: ESCAPE MUSIC
ESTILO: ROCK MELÓDICO/AOR
PRODUCTOR: TOMMY DENANDER
MÚSICOS:
GUITARRA, BAJO Y TECLADOS: TOMMY DENANDER
BATERÍA: LARS CHRISS
BAJO EN “WHEN THE SILENCCE GETS TOO LOUD”: KEN SANDIN
CANTANTES: JIMI JAMISON, FERGIE FREDERIKSEN, JEFF PARIS, STEVE WALSH, DAVID ROBERTS, ROBIN BECK, BOBY KIMBALL, DAN REED, JEAN BEAUVOIR Y JAMES CHRISTIAN.
COROS: JIMI JAMISON, JEFF PARIS, ROBIN BECK, , JEAN BEAUVOIR, JAMES CHRISTIAN, CHRIS OUSEY, KEVIN CHALFANT, SIMON PEYRON, TOMMY DENANDER Y DAVID PALAU.
TRACKLIST:
SUMMER RAINS
BACK TO THE GAME
BEAUTIFUL LIES
THE PIPER
ALIBIS
WHEN THE SILENCE GETS TOO LOUD
YOU’LL FIND THE FIRE
HEART COME ALIVE
START ALL OVER
IF ONLY MY MEMORY COULD LIE
JUST A MAN
GIVE ME YOUR LOVING
MEMORIAM
NATURAL BORN DREAMER (BONUS TRACK PARA JAPÓN)
En muchas ocasiones es difícil, si no imposible, explicar por qué gusta algo, por qué se siente alguien irremediablemente atraído o emocionado por una canción o por las canciones de determinado músico, del mismo modo que no siempre es fácil explicar por qué se cansa el aficionado de determinado estilo después de llevar media vida dejándose acompañar de una larga serie de melodías e intérpretes con nombre y apellido.
Como uno es temerario e inconformista, no voy a dejar de intentar dar una explicación a mi sensación de desidia, falta de entusiasmo hacia un estilo que siempre he considerado mi favorito por muchos motivos que, estos sí, no voy a explicar en este espacio. Creo que una de esas razones de mi escepticismo es la tendencia de muchas de las bandas de los últimos años a repetir esquemas exangües, “creaciones” que, si bien parecen tener aceptación en una parte del público al que van dirigidas, nacen tan muertas que, pasado un brevísimo tiempo, no es difícil que muchos se pregunten cómo era posible que aquello les gustara tanto.
Pero no solo este pecado se encuentra en bandas nuevas, sino en los músicos que forman parte del origen del estilo que terminan haciendo lo más censurable: copiarse a sí mismos repitiendo una y otra vez una estructura que no dice nada. Así, cuando de repente, inesperadamente, aparece un álbum que parece crear donde otros solo reproducen, cuyas canciones tienen vida en lugar de mecanismos, y que cuenta con músicos que se sirven de la música para volcar emociones en vez de para lucir su aspecto, la emoción lo invade y vuelve a disfrutar de ese momento del que hacía tiempo que no lo hacía, dejándose poseer por las canciones y pensando que la elegancia del rock melódico, su virtuosismo, sus melodías y su mensaje pueden volver a conmover alejados de la perversión y de la simpleza de quienes lo utilizan como una añagaza, eliminando de las canciones lo que las hace especiales y dejando sólo lo superficial.
Por todo esto, el cuarto disco de Radioactive de Tommy Denander es un regalo imprescindible para todo aquel que guste de la hermosa combinación que hace grande al género: el virtuosismo, la creatividad, la elegancia y la intensidad engarzadas a la inmediatez, a la comercialidad si se quiere, a través de trabajadas aunque pegadizas melodías. Cada una de las canciones que forman parte de F4ur son la muestra, en una de sus más respetables versiones, de lo expuesto anteriormente, un ejemplo de lo que significa hacer algo dentro de un género extrayendo sus mayores cualidades.
Otra de las virtudes del álbum es poder disfrutar de unos cantantes que, en algunos casos, no se sabe cómo, exhiben sus mayores talentos, en mi opinión porque sus voces suenan mejor cuando cantan buenas canciones, quizás porque ellos mismos son conscientes de que hay que hacer que la canción luzca, porque lo merece, y ya de un modo idealista me gusta pensar que hay algo de dejarse llevar, de rendirse a la canción y que todo funcione solo. Así, y sirviendo de despedida, es un placer escuchar a Jimi Jamison cantar una canción tan redonda como “Summer rains” que abre el disco. O cómo es posible que Steve Walsh exhiba tanta potencia en la soberbia “The pìper” -quien colabora en la composición junto a Chris Ousey-, una de las más grandes canciones del disco y con un espectacular solo en tres tiempos por parte de Denander. Jeff Paris se luce en la joya “Alibis” y en la entusiasmante “Start all over”, y Jean Beauvoir hace lo que corresponde en la pegadiza “You’ll find the fire”.
Como decía el disco está repleto de grandes canciones, inspiradísimas muchas de ellas. El grupo es, por tanto, bastante homogéneo en cuanto a calidad, aunque no lo es tanto en estilo, ya que muchas canciones parecen ajustarse más al estilo de los cantantes que las interpretan. Así uno ya sabe que “Give me your loving” la va a cantar James Christian antes de que abra la boca. Al igual ocurre con la citada de Jamison o la cantada por Robin Beck, en mi opinión la más estándar y menos arriesgada del disco, a pesar de que sea una estupenda canción en su estilo (ya habría querido tenerla la Beck en alguno de sus últimos discos).
Mención especial para Fergie Frederiksen en la escalofriante “Back to the game”; escuchada ahora, adquiere una conmovedora simbología.
Segunda, aunque no por un orden especial, mención a los magníficos solos de Denander. Ya he comentado el de “The piper”, pero es que cada uno es fantástico: el solo semiprogresivo de “Back to the game”, el mágico de “Alibis” cantada con excelente gusto por David Roberts, o el intensísimo solo de “You’ll find the fire”, que me recuerda al clásico de Michael Thompson en “Give love a chance”.
Todo está muy cuidado en este disco: coros, puentes, teclados, detalles… Mucho arte al servicio de un estilo que lo necesitaba.
Como uno es temerario e inconformista, no voy a dejar de intentar dar una explicación a mi sensación de desidia, falta de entusiasmo hacia un estilo que siempre he considerado mi favorito por muchos motivos que, estos sí, no voy a explicar en este espacio. Creo que una de esas razones de mi escepticismo es la tendencia de muchas de las bandas de los últimos años a repetir esquemas exangües, “creaciones” que, si bien parecen tener aceptación en una parte del público al que van dirigidas, nacen tan muertas que, pasado un brevísimo tiempo, no es difícil que muchos se pregunten cómo era posible que aquello les gustara tanto.
Pero no solo este pecado se encuentra en bandas nuevas, sino en los músicos que forman parte del origen del estilo que terminan haciendo lo más censurable: copiarse a sí mismos repitiendo una y otra vez una estructura que no dice nada. Así, cuando de repente, inesperadamente, aparece un álbum que parece crear donde otros solo reproducen, cuyas canciones tienen vida en lugar de mecanismos, y que cuenta con músicos que se sirven de la música para volcar emociones en vez de para lucir su aspecto, la emoción lo invade y vuelve a disfrutar de ese momento del que hacía tiempo que no lo hacía, dejándose poseer por las canciones y pensando que la elegancia del rock melódico, su virtuosismo, sus melodías y su mensaje pueden volver a conmover alejados de la perversión y de la simpleza de quienes lo utilizan como una añagaza, eliminando de las canciones lo que las hace especiales y dejando sólo lo superficial.
Por todo esto, el cuarto disco de Radioactive de Tommy Denander es un regalo imprescindible para todo aquel que guste de la hermosa combinación que hace grande al género: el virtuosismo, la creatividad, la elegancia y la intensidad engarzadas a la inmediatez, a la comercialidad si se quiere, a través de trabajadas aunque pegadizas melodías. Cada una de las canciones que forman parte de F4ur son la muestra, en una de sus más respetables versiones, de lo expuesto anteriormente, un ejemplo de lo que significa hacer algo dentro de un género extrayendo sus mayores cualidades.
Otra de las virtudes del álbum es poder disfrutar de unos cantantes que, en algunos casos, no se sabe cómo, exhiben sus mayores talentos, en mi opinión porque sus voces suenan mejor cuando cantan buenas canciones, quizás porque ellos mismos son conscientes de que hay que hacer que la canción luzca, porque lo merece, y ya de un modo idealista me gusta pensar que hay algo de dejarse llevar, de rendirse a la canción y que todo funcione solo. Así, y sirviendo de despedida, es un placer escuchar a Jimi Jamison cantar una canción tan redonda como “Summer rains” que abre el disco. O cómo es posible que Steve Walsh exhiba tanta potencia en la soberbia “The pìper” -quien colabora en la composición junto a Chris Ousey-, una de las más grandes canciones del disco y con un espectacular solo en tres tiempos por parte de Denander. Jeff Paris se luce en la joya “Alibis” y en la entusiasmante “Start all over”, y Jean Beauvoir hace lo que corresponde en la pegadiza “You’ll find the fire”.
Como decía el disco está repleto de grandes canciones, inspiradísimas muchas de ellas. El grupo es, por tanto, bastante homogéneo en cuanto a calidad, aunque no lo es tanto en estilo, ya que muchas canciones parecen ajustarse más al estilo de los cantantes que las interpretan. Así uno ya sabe que “Give me your loving” la va a cantar James Christian antes de que abra la boca. Al igual ocurre con la citada de Jamison o la cantada por Robin Beck, en mi opinión la más estándar y menos arriesgada del disco, a pesar de que sea una estupenda canción en su estilo (ya habría querido tenerla la Beck en alguno de sus últimos discos).
Mención especial para Fergie Frederiksen en la escalofriante “Back to the game”; escuchada ahora, adquiere una conmovedora simbología.
Segunda, aunque no por un orden especial, mención a los magníficos solos de Denander. Ya he comentado el de “The piper”, pero es que cada uno es fantástico: el solo semiprogresivo de “Back to the game”, el mágico de “Alibis” cantada con excelente gusto por David Roberts, o el intensísimo solo de “You’ll find the fire”, que me recuerda al clásico de Michael Thompson en “Give love a chance”.
Todo está muy cuidado en este disco: coros, puentes, teclados, detalles… Mucho arte al servicio de un estilo que lo necesitaba.
AUTOR: Joserra
