TETE NOVOA - TTN
55/100
DISCOGRÁFICA: KREA FILMS/GRAN SOL
ESTILO: ROCK MELÓDICO
PRODUCTORES: ROBERTO SÁNCHEZ E ISMAEL GUITIÉRREZ
MÚSICOS
ROBERTO SÁNCHEZ: GUITARRA
ISMAEL GUTIÉRREZ: GUITARRA
SERGIO MARTÍNEZ: BAJO
MATÍAS DE VALLEJO: BATERÍA
TETE NOVOA: CANTANTE
TRACKLIST
ZERO
PARTE DE TI
SIN SABER NADAR
A TU LUZ
DECIDIDO POR MIS SUEÑOS
AHORA ERES TÚ
NO
EL ÚLTIMO TREN
UNA HISTORIA DE DOS
INMORTAL
VOLVAMOS A EMPEZAR
SIN SABER NADAR (PIANO Y VOZ)
Yo quería que me gustara. ¿Por qué iba a tener ese interés absurdo en que me guste algo que no he escuchado? Porque tengo la sensación de que hay cantantes de otros estilos que se apropian de recursos del rock para que les vaya bien, llegar a más público, cambiar de estilo y conseguir mayor éxito, y lo consiguen. Y cuando alguien del rock quiere hacer lo mismo se le acusa de copiar a los que copian y se llega a la paradoja de que los que viven dentro del rock acaban imitando a los que sustraen elementos del mismo, y el resultado es que todo es un desastre, al artista en cuestión se le machaca inmisericordemente, y el disco es un fracaso. Por ello es por lo que me habría gustado que Tete Novoa y los artífices de este disco hubieran recogido parte de lo que, perdón por la expresión, les pertenece, forma parte de su currículo, es de lo que han vivido.
Pero no ha sido así. El resultado es plano, superficial, sin ambición, conformista, descuidado y, en algunas partes, irrespetuoso con los oyentes: ¿se puede querer colar el estribillo de “I remember you” de Skid Row en “El último tren” sin que nadie se dé cuenta?
Equilibrar comercialidad y calidad no es fácil, pero se hace, y se ha hecho muchas veces. Pablo Perea lleva haciéndolo desde hace muchos años (de quien me parece que han tomado más de una idea: ¿”Una historia de dos” no suena mucho en la estrofa a “Nunca fuimos ángeles”? Pero si se piensa que el receptor al que va dirigido el producto es un despistado o tiene unas exigencias musicales muy laxas, lo mejor, puede pensarse, es darle un producto facilito, que no le cause muchas incomodidades y con pocas estridencias, aunque con un toque lo suficientemente rockero para que lo asimile bien y se le peguen las melodías. Si es eso lo que se busca, podría irle bien, y a mí me daría igual, hasta me alegraría por él, claro, a pesar de que me causara cierta decepción comprobar que la calidad no se valora. Y, qué demonios, me consolaría pensando que para que les vaya bien a otros imitando a rockeros, que éste, que lo es, se beneficie de hacer lo que hace.
Como yo no me considero ese receptor conformista, este disco se me ha despedazado entre los dedos, me ha durado menos de una vuelta, porque la sensación de haber escuchado cada nota de este trabajo es tan fuerte que ha habido canciones que he sido capaz de tararear al escucharlas por primera vez. Y eso que canciones con potencia y guitarras hay, eso no puede negarse: “Parte de ti” o “Inmortal” son ejemplos de temas con garra y pegadizas. Pero en otras los instrumentos quedan muy, muy lejos, con los músicos sujetados tenazmente por las riendas para que no hagan ninguna locura, y la voz en tan primer plano que parece que aquellos están en otra habitación. Por supuesto, los solos de guitarra brillan por su ausencia, que eso echa mucho para atrás.
Y las letras de las canciones están construidas a base de tópicos, refranes incluso, con esas frases de ingenuo idealismo optimista del tipo “voy a luchar por alcanzar mis sueños”, romanticismo adolescente en el que todo ocurre en “el interior”, y metáforas del amor como un juego en el que hay que apostar, y en ese plan. Letras como las de “Ahora eres tú” parecen sacadas de una canción de alguna cantante de boleros, por no hacer una comparación irrespetuosa.
En fin, que si lo que se busca es el éxito, espero que lo consiga, de verdad, pero no creo que sea por las canciones del disco, sino porque se invierta mucho dinero en campañas de publicidad y se pague a televisiones y radios para que lo pongan, porque si no me temo que ocurrirá lo de siempre.
Pero no ha sido así. El resultado es plano, superficial, sin ambición, conformista, descuidado y, en algunas partes, irrespetuoso con los oyentes: ¿se puede querer colar el estribillo de “I remember you” de Skid Row en “El último tren” sin que nadie se dé cuenta?
Equilibrar comercialidad y calidad no es fácil, pero se hace, y se ha hecho muchas veces. Pablo Perea lleva haciéndolo desde hace muchos años (de quien me parece que han tomado más de una idea: ¿”Una historia de dos” no suena mucho en la estrofa a “Nunca fuimos ángeles”? Pero si se piensa que el receptor al que va dirigido el producto es un despistado o tiene unas exigencias musicales muy laxas, lo mejor, puede pensarse, es darle un producto facilito, que no le cause muchas incomodidades y con pocas estridencias, aunque con un toque lo suficientemente rockero para que lo asimile bien y se le peguen las melodías. Si es eso lo que se busca, podría irle bien, y a mí me daría igual, hasta me alegraría por él, claro, a pesar de que me causara cierta decepción comprobar que la calidad no se valora. Y, qué demonios, me consolaría pensando que para que les vaya bien a otros imitando a rockeros, que éste, que lo es, se beneficie de hacer lo que hace.
Como yo no me considero ese receptor conformista, este disco se me ha despedazado entre los dedos, me ha durado menos de una vuelta, porque la sensación de haber escuchado cada nota de este trabajo es tan fuerte que ha habido canciones que he sido capaz de tararear al escucharlas por primera vez. Y eso que canciones con potencia y guitarras hay, eso no puede negarse: “Parte de ti” o “Inmortal” son ejemplos de temas con garra y pegadizas. Pero en otras los instrumentos quedan muy, muy lejos, con los músicos sujetados tenazmente por las riendas para que no hagan ninguna locura, y la voz en tan primer plano que parece que aquellos están en otra habitación. Por supuesto, los solos de guitarra brillan por su ausencia, que eso echa mucho para atrás.
Y las letras de las canciones están construidas a base de tópicos, refranes incluso, con esas frases de ingenuo idealismo optimista del tipo “voy a luchar por alcanzar mis sueños”, romanticismo adolescente en el que todo ocurre en “el interior”, y metáforas del amor como un juego en el que hay que apostar, y en ese plan. Letras como las de “Ahora eres tú” parecen sacadas de una canción de alguna cantante de boleros, por no hacer una comparación irrespetuosa.
En fin, que si lo que se busca es el éxito, espero que lo consiga, de verdad, pero no creo que sea por las canciones del disco, sino porque se invierta mucho dinero en campañas de publicidad y se pague a televisiones y radios para que lo pongan, porque si no me temo que ocurrirá lo de siempre.
AUTOR: Joserra
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