OVERLAND - EPIC
65/100
DISCOGRÁFICA: ESCAPE MUSIC
GÉNERO: ROCK MELÓDICO
PRODUCTOR: MIKE SLAMER
MÚSICOS
STEVE OVERLAND: CANTANTE Y COROS
CHRISTIAN WOLFF: GUITARRA SOLISTA, RÍTMICA, ACÚSTICA Y TECLADOS
MIKE SLAMER: GUITARRAS ADICIONALES, BAJO Y TECLADOS
LARRY ANTONINO: BAJO
JAY SCHELLEN: BATERÍA
INVITADOS:
BILLY GREER: COROS
BILLY TRUDEL: COROS
FREDRIK BERGH: TECLADOS ADICIONALES EN "LIBERATE MY HEART" Y "DOWN COMES THE NIGHT"
TRACKLIST
RADIO RADIO
IF LOOKS COULD KILL
STRANDED
RAGS TO RICHES
LIBERATE MY HEART
DOWN COMES THE NIGHT
IF YOUR HEART'S IS NOT IN IT
ROCK ME
SO THIS IS LOVE
WILD
THE END OF THE ROAD
TIME FOR LETTING GO
A algunos les parecerá que Epic es algo así como una joya moderna del rock melódico. Para otros un simple catálogo de temas, melodías y estructuras del estilo que tanto éxito tuvo en los 80, tipo Diane Warren/Desmond Child, interpretado por solistas del tipo Robin Beck, Cher o Michael Bolton.
Que los músicos que participan en el álbum sean de la suficiente entidad para garantizar un trabajo digno no implica que lo que ofrece sea de indiscutible calidad. La sensación de haber pasado por esos paisajes musicales muchas veces anteriormente es tan fuerte que cuesta sacar nada de lo que se escucha. Steve Overland canta muy bien, pero lo que canta no me dice nada; Mike Slamer toca muy bien, pero las canciones son tan estándar que uno tiene que hacer esfuerzos para prestar atención y no pensar en otra cosa mientras. La base rítmica de Unruly Child cumple como cabría esperar. Los coros, muy bien ejecutados, con elegancia (colabora Billy Greer), lo despiertan a uno de vez en cuando, leves detalles que no lo sacan del ciclo de agua templada de la lavadora.
Seguramente estos músicos se lo han pasado mejor grabando el disco que yo escuchándolo. Este ejercicio de rock melódico amparado en la segura ejecución de sus músicos fallece antes casi de empezar. Los teclados, los dibujos de guitarra, los ritmos, todo parece coger un poco de aquí y allá para disfrute de los más nostálgicos. Sin embargo uno se queda chafado porque sabe lo que viene después sin sorpresa que lo oxigene, sin novedad, sin luz. A veces, la falta de emoción consigue irritarme.
Y eso que el disco no empieza mal, con “Radio Radio”, con una mezcla de vitalismo y nostalgia que no queda nada mal. Lo que viene después es, casi en su totalidad, repetición de esquemas, lugares comunes, coros esperables y, eso sí, buenos solos de guitarra. “If looks Could kill”, “Stranded”, “Liberate my heart”, “Down comes the night” (algo mejor), y así hasta el final.
Comentario aparte merece “So this is love”, cuyo estribillo, con algo más de velocidad, reproduce prácticamente el de “High cost of loving” del último trabajo de FM, algo intolerable. Quizás también por eso está algo mejor.
“If your heart’s not in” te la crees a ratos si no te concentras demasiado. “The end of the road” es de lo más salvable del disco por abandonar el convencionalismo (sin pasarse). El final, con “Time for letting go” no hace más que reforzar lo expuesto hasta ahora. Los mayores tópicos del género se dan cita para expulsar al que no quiera lo de siempre.
Por ello, es fácil llegar a la conclusión de que algunas cosas, aunque parezcan lo mismo, están a mundos de distancia. En ocasiones se parecen tanto que no tienen nada que ver.
Que los músicos que participan en el álbum sean de la suficiente entidad para garantizar un trabajo digno no implica que lo que ofrece sea de indiscutible calidad. La sensación de haber pasado por esos paisajes musicales muchas veces anteriormente es tan fuerte que cuesta sacar nada de lo que se escucha. Steve Overland canta muy bien, pero lo que canta no me dice nada; Mike Slamer toca muy bien, pero las canciones son tan estándar que uno tiene que hacer esfuerzos para prestar atención y no pensar en otra cosa mientras. La base rítmica de Unruly Child cumple como cabría esperar. Los coros, muy bien ejecutados, con elegancia (colabora Billy Greer), lo despiertan a uno de vez en cuando, leves detalles que no lo sacan del ciclo de agua templada de la lavadora.
Seguramente estos músicos se lo han pasado mejor grabando el disco que yo escuchándolo. Este ejercicio de rock melódico amparado en la segura ejecución de sus músicos fallece antes casi de empezar. Los teclados, los dibujos de guitarra, los ritmos, todo parece coger un poco de aquí y allá para disfrute de los más nostálgicos. Sin embargo uno se queda chafado porque sabe lo que viene después sin sorpresa que lo oxigene, sin novedad, sin luz. A veces, la falta de emoción consigue irritarme.
Y eso que el disco no empieza mal, con “Radio Radio”, con una mezcla de vitalismo y nostalgia que no queda nada mal. Lo que viene después es, casi en su totalidad, repetición de esquemas, lugares comunes, coros esperables y, eso sí, buenos solos de guitarra. “If looks Could kill”, “Stranded”, “Liberate my heart”, “Down comes the night” (algo mejor), y así hasta el final.
Comentario aparte merece “So this is love”, cuyo estribillo, con algo más de velocidad, reproduce prácticamente el de “High cost of loving” del último trabajo de FM, algo intolerable. Quizás también por eso está algo mejor.
“If your heart’s not in” te la crees a ratos si no te concentras demasiado. “The end of the road” es de lo más salvable del disco por abandonar el convencionalismo (sin pasarse). El final, con “Time for letting go” no hace más que reforzar lo expuesto hasta ahora. Los mayores tópicos del género se dan cita para expulsar al que no quiera lo de siempre.
Por ello, es fácil llegar a la conclusión de que algunas cosas, aunque parezcan lo mismo, están a mundos de distancia. En ocasiones se parecen tanto que no tienen nada que ver.
AUTOR: Joserra
