ARC ANGEL - HARLEQUINS OF LIGHT
67/100
DISCOGRÁFICA: FRONTIERS
ESTILO: ROCK SINFÓNICO/ROCK MELÓDICO
PRODUCTOR: JEFF CANNATA
MÚSICOS
JEFF CANNATA: VOCES, BATERÍA, BAJO, TECLADOS, GUITARRAS.
JIMI BELL: GUITARRA SOLISTA
GARY MAUS: GUITARRA SOLISTA
JAY ROWE: PIANO
SCOTT SPRAY: BAJO
JEFF BATTER: SINTETIZADOR
DAVID COE: GUITARRA ACÚSTICA
MARK PROTO: GUITARRA SOLISTA
JAY JESSE JOHNSON: GUITARRA SOLISTA
ANDY ABEL: GUITARRA SOLISTA
PETE HODSON: COROS, SINTETIZADOR
TONY SPADA: GUITARRA SOLISTA
TRACKLIST
HARLEQUINS OF LIGHT
AS FAR AS THE EYE CAN SEE
WAR (BATTLE WOUNDS OF LIFE)
VOICE OF THE ILLUMINATI
THROUGH THE NIGHT
AMNESIA
FORTUNE TELLER 2
CALIFORNIA DAZE
TONIGHT... FOREVER
GET TO YOU
DIAMONDS AND GOLD
LEGEND OF THE MARY CELESTE
Cuando un disco no te entra, no te entra, y pocas cosas hay que puedas hacer para cambiarlo. No importa la voluntad que pongas (escucharlo una y otra vez), ni las posibles virtudes que pueda esconder el álbum y que esperas descubrir sin éxito. Hay veces que no es casi ni una cuestión musical, sino más bien de conexión. Y definitivamente entre Harlequins of light y yo no hay conexión.
Todo suena más o menos bien en el nuevo trabajo de Jeff Cannata, todo aspira a ser grandilocuente, muy cuidado instrumentalmente, trascendental… pero, para mi gusto, frío y casi vacío. No me dice nada. Ni la supuesta épica de “Harlequins of Light” con su seudorquestación, ni el mensaje de “War (Battle Wounds of Life)” (mayúsculas incluidas) y mucho menos la trascendencia histórica y el atractivo misterioso de “Voice of the Illuminati”, cuyo comienzo engancharía a cualquier adicto al AOR, pero que a mí me deja más frío que la sala de espera de un dentista (que decía aquel crítico de cine). Ni comentario merece “Fortune teller 2” en cuyo título podría haberse ahorrado el ‘2’, pues no es más que una puesta al día de la canción que abría su famoso Images of forever (en la reciente reedición de Oxford Circus viene incluso otra versión más).
Me rechina la trascendencia con la que afronta “Diamonds and gold”, por muy Asia que suene. Todo en la canción me parece plano, sin intención, sin interés. No conecto. Y tampoco es que la producción ayude mucho. Otro ejemplo sería “Legend of the Mary Celeste”, que sí, que suena muy bonito el piano, el sintetizador, las guitarras acústicas, lo que quieras, pero tiene el mismo efecto en mí que un episodio de Amar en tiempos revueltos. Ese sinfonismo me suena hueco. Por fuera es muy bonito y agradable, suena bien, pero no hay nada más, o al menos a mí me lo parece.
Podría salvar algunas canciones que me han resultado más cercanas: la bonita balada “Through the night”, la muy animada (y más sencilla) “California daze”, “Tonight… forever” por su cercanía y su acertado estribillo, en la que los adornos de teclados cuadran bien, a pesar de que tras tres minutos y medio de canción caiga en el aburrimiento hasta que recupera de nuevo parte de la atención en el estribillo… demasiado tarde.
Intentando hacer un análisis (casi un psicoanálisis de mí mismo) creo que la barrera la pone el interés que muestra cada canción por la forma descuidando fondo, olvidando que la forma es fondo. Y por otro lado el modo casi discursivo en el que cae Cannata en su forma de cantar en muchos de los temas, dejando que el mensaje hable por sí mismo (con todos los adornos de fondo, eso sí, para que suene bien).
No es que no me guste la música de Cannata ni algunos de sus discos; por ejemplo prefiero la antigua versión de “Fortune teller” a ésta. Mi sensación es que aquí se ha entendido el sinfonismo como preciosismo vacuo. Puede que esté equivocado, es posible que no esté receptivo y por ello no pueda disfrutar de las esencias de Harlequins of light, quizás escuche el disco dentro de un tiempo y descubra algo estupendo. O también es posible que no estemos hechos el uno para el otro. Así son los asuntos del corazón.
Todo suena más o menos bien en el nuevo trabajo de Jeff Cannata, todo aspira a ser grandilocuente, muy cuidado instrumentalmente, trascendental… pero, para mi gusto, frío y casi vacío. No me dice nada. Ni la supuesta épica de “Harlequins of Light” con su seudorquestación, ni el mensaje de “War (Battle Wounds of Life)” (mayúsculas incluidas) y mucho menos la trascendencia histórica y el atractivo misterioso de “Voice of the Illuminati”, cuyo comienzo engancharía a cualquier adicto al AOR, pero que a mí me deja más frío que la sala de espera de un dentista (que decía aquel crítico de cine). Ni comentario merece “Fortune teller 2” en cuyo título podría haberse ahorrado el ‘2’, pues no es más que una puesta al día de la canción que abría su famoso Images of forever (en la reciente reedición de Oxford Circus viene incluso otra versión más).
Me rechina la trascendencia con la que afronta “Diamonds and gold”, por muy Asia que suene. Todo en la canción me parece plano, sin intención, sin interés. No conecto. Y tampoco es que la producción ayude mucho. Otro ejemplo sería “Legend of the Mary Celeste”, que sí, que suena muy bonito el piano, el sintetizador, las guitarras acústicas, lo que quieras, pero tiene el mismo efecto en mí que un episodio de Amar en tiempos revueltos. Ese sinfonismo me suena hueco. Por fuera es muy bonito y agradable, suena bien, pero no hay nada más, o al menos a mí me lo parece.
Podría salvar algunas canciones que me han resultado más cercanas: la bonita balada “Through the night”, la muy animada (y más sencilla) “California daze”, “Tonight… forever” por su cercanía y su acertado estribillo, en la que los adornos de teclados cuadran bien, a pesar de que tras tres minutos y medio de canción caiga en el aburrimiento hasta que recupera de nuevo parte de la atención en el estribillo… demasiado tarde.
Intentando hacer un análisis (casi un psicoanálisis de mí mismo) creo que la barrera la pone el interés que muestra cada canción por la forma descuidando fondo, olvidando que la forma es fondo. Y por otro lado el modo casi discursivo en el que cae Cannata en su forma de cantar en muchos de los temas, dejando que el mensaje hable por sí mismo (con todos los adornos de fondo, eso sí, para que suene bien).
No es que no me guste la música de Cannata ni algunos de sus discos; por ejemplo prefiero la antigua versión de “Fortune teller” a ésta. Mi sensación es que aquí se ha entendido el sinfonismo como preciosismo vacuo. Puede que esté equivocado, es posible que no esté receptivo y por ello no pueda disfrutar de las esencias de Harlequins of light, quizás escuche el disco dentro de un tiempo y descubra algo estupendo. O también es posible que no estemos hechos el uno para el otro. Así son los asuntos del corazón.
AUTOR: Joserra
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